Los Angeles, 5 de septiembre.- Los hijos de Michael Jackson tuvieron que abandonar la excéntrica educación a la que fueron sometidos y se convirtieron en “chicos normales”.

Michael Jackson se caracterizó por ser un padre duro, estricto y, por sobre todas las cosas, excéntrico. Tras su muerte, sus tres herederos –Prince, Paris y Blanket- quedaron a cargo de Katherine Jackson, la madre del Rey del Pop, quien demostró un especial interés por cambiar la estricta rutina que imponía su hijo.

Lejos de respetar al pie de la letra los excéntricos y siempre polémicos deseos de Jackson, Katherine decidió que era hora de que los dos hijos mayores asistieran a una escuela normal y abandonaran el sistema de educación casera al que los sometía su padre.

En sus mansiones, el músico instalaba un área dedicada a la “escuela”, en donde los chicos asistían regularmente a salones que emulaban las clásicas aulas estadounidenses e inclusive cumplían con un sistema de horarios de recreos y almuerzos.

Sin embargo, este cambio no fue tan positivo como todos creían. Lejos de estar acostumbrados al intercambio constante con adolescentes de su misma edad, Prince y Paris están sufriendo el rechazo de sus compañeros de escuela porque, claro, asisten custodiados por siete guardaespaldas que jamás los abandona.

“Nadie se acerca ya que siempre están rodeados de guardaespaldas y eso intimida a los chicos”, aseguró uno de los padres de sus compañeros.

Según publican medios internacionales, los hermanos se reunirían en los recreos para consolarse y, lejos de disfrutar de la popularidad de su padre, estarían atravesando una crítica disyuntiva: volver al hermetismo o finalmente imponer sus propias reglas.