El que diga que Diego Maradona está haciendo las cosas mal en este Mundial, debe ser muy testarudo o demasiado contra del ex-astro futbolero. Es que el técnico argentino ha acertado hasta ahora. No es que de pronto salga siendo un estudioso de la profesión o un visionario del juego. Sino que ha dejado en evidencia que nada le pesa para tomar determinaciones y que lejos está de ser ese hombre testarudo o egocéntrico que todos imaginaron (o imaginamos, porque me incluyo).

Al contrario, los movimientos desde su puesto demuestran que la Selección Argentina es un motor aceitado. Desde aquel gol ante Nigeria (por supuesto de jugada preparada) hasta el estratégico primer tiempo ante Corea y la acelerada en el complemento luego del inteligente movimiento de mandar a la cancha al Kun Agüero.

Por todo eso, y por lo que le transmite a los jugadores, este equipo argentino tiene un plus: El poder maradoniano.