Cuando los recursos económicos para concretar intervenciones urbanas significativas crecen y hacen ciudad, crece también la responsabilidad para plasmarlas correctamente. Domingo F. Sarmiento dijo que "las cosas hay que hacerlas, bien o mal, pero hacerlas". Ese es el tema. Creo que las cosas hay que hacerlas y recurrir a estudios previos que achiquen considerablemente todo margen de equivocación posible. El error siempre estará, su magnitud diferenciará los resultados finales. Y en ese punto, los impactos posibles de la puesta en funcionamiento de la totalidad del Centro Cívico involucra a tres proyectos, cada uno con un nivel de intervención y de impacto diferente.

Proyecto 1: envolvente hacia adentro. Se cumplió. Se aprovechó la excelente oportunidad de convertir una ruina urbana en un espacio habitable. Luego de más de 30 años de desocupación, el proyecto arquitectónico se terminó aplicando. Perceptivamente, es importante. Alguien dijo "es un palacio actual". Quizá una exageración, pero sí es grande e imponente. En general, el edificio en su parte primera parece adecuada para su nuevo funcionamiento. Si bien la calle Laprida, en el proyecto, pasaba debajo del edificio, eso no se concretó. Pero hablar de una nueva barrera arquitectónica (más bien sería urbana) sería bastante imprudente. El teatro o anfiteatro, la plaza seca, pueden ser interesantes espacios públicos con uso colectivo. Lugares de encuentro de la población. Veremos el uso que se le da.

Proyecto 2: envolvente hacia afuera. No se cumplió. La gran escala siempre impacta. No pasa desapercibida. Pero siendo el Centro Cívico un producto arquitectónico del Mundo Moderno, pareciera que le "falta aire", sobre todo por calle Las Heras. Es como una implantación urbana: interrumpe el trazado urbano de la ciudad. Claramente delimita un adelante y un atrás del mismo. Ello es porque la Planta Baja era libre y ahora no lo es. Si bien posee veredas y recobas, no se lo puede atravesar en sentido Este-Oeste, como el proyecto original. Acá sí se perdió. Por ejemplo, si se lo compara con inserción del Auditorio en la ciudad, que tiene una excelente implantación. También da la impresión que se careció de estudios de capacidad infraestructural y de servicios para concentrar entre 10.000 a 15.000 personas simultáneamente, como se prevé que ocurrirá con el edificio funcionando a pleno, en relación al estacionamiento, el tránsito, las redes de cloacas, agua potable, redes eléctricas. Por ejemplo, se pudo haber diseñado la aplicación de energías alternativas existentes y probadas, como es el caso de la solar.

Proyecto 3: la reutilización de los edificios que se desocuparon. En las sociedades más avanzadas hay toda una tradición al respecto. Es como cuando aparece un niño nuevo en la familia, los padres se ocupan primordialmente de él y no descuidan a sus hijos anteriores. Es una analogía bastante burda, pero con ella pretendo decir que también faltó un estudio más profundo sobre el destino de los edificios pertenecientes al Estado que se desocuparían al mudarse al Centro Cívico. Un edificio como el 9 de Julio no puede deteriorarse de la manera en que está ocurriendo. Dicen que allí irá la Ciudad Judicial. ¿Y el proyecto sobre ese nuevo destino, dónde está?

Y acá estamos, con un monstruo creado por el mismo hombre a su propia semejanza, lleno de errores y virtudes.