"Cuando sucedió el Golpe de 1976 yo vivía en San Luis y estaba en la secundaria. Al principio no entendía muy bien el alcance de lo que sucedía, la información era escasa y pese a ser muy joven, percibía que el estado de ánimo era de mucho pesar. Era como que sobrevolaba la sensación de que lo que se ocultaba era peor que lo que se sabía. En octubre de ese año falleció mi padre y fue muy difícil de sobrellevar la situación familiar, económica y personal. Lo viví como una época de muchas restricciones, en una edad en que uno quiere aventurarse a sus primeras experiencias en lo político y el ejercicio de la ciudadanía. Me afectó el hecho de que mis hermanas tuvieran conocidos que padecieron incluso la desaparición. Hoy, creo que de toda experiencia negativa se puede aprender algo en positivo. Desde mi lugar, creo firmemente en la necesidad de preservar el espacio de pluralidad. El debate es imprescindible y a los universitarios nos toca la responsabilidad de custodiar que sea permanente y enriquecedor".