Cuando todo indicaba que Chile volvía de a poco a la normalidad, un nuevo movimiento sísmico volvió sembrar el pánico y debió emitirse un alerta de tsunami. A las 11.39 se registró una de las réplicas más fuertes desde el terremoto del pasado 27 de febrero y tuvo su epicentro en la III Región, de O’Higgins, al Oeste de la localidad costera de Pichilemu.

La primera réplica fue de 7,2 grados en escala de Richter y le siguieron dos de 6,9 y 6,7 grados Richter. Inmediatamente la Armada de Chile envió una alerta de tsunami para la costa centro y Sur del país. No obstante, la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) indicó que no se conoce de víctimas ni de daños visibles a causa de estos temblores.

En Valparaíso, los Carabineros recorrieron las calles avisando a los habitantes de la zona a nivel del mar de que debían dirigirse a la parte alta. En el Congreso, donde se llevaba a cabo la transmisión del mando, las autoridades estuvieron a punto de desalojar el edificio, sin embargo la orden no prosperó, según radios locales.

En Santiago, las personas que trabajan en edificios institucionales y otros particulares corrieron a los espacios abiertos. Las aceras y jardines centrales de la Alameda Bernardo O’Higgins, la principal avenida de la capital chilena se encontraban atestadas de personas y pudo observarse como muchas mujeres se encontraba con ataques de histeria y otras desmayadas.

Los colegios rápidamente desalojaron a los niños y los padres corrían desesperados en busca de sus hijos mientras el ferrocarril metropolitano se desplazaba a poca velocidad y el público ingresaba a los túneles con mucho temor. Las comunicaciones se cortaron y tanto los teléfonos móviles como los fijos dejaron de funcionar.

En las regiones costeras del centro y Sur del país, cientos de personas se refugiaron en áreas elevadas, ante el temor de que gigantescas olas volvieran a golpear la costa como hace 12 días, cuando desaparecieron del mapa pueblos enteros tras el quinto terremoto más poderoso de la historia.

En Rancagua, al sur de Santiago, testigos dijeron que los daños se centraron en algunos puentes y no fueron tan "significativos" como había informado el flamante presidente Sebastián Piñera, al declarar la zona como estado de catástrofe con militares a cargo pero sin toque de queda.

Delfina Fuentes, una profesora de 60 años, abandonó su vivienda, que perdió una de sus paredes en el terremoto, para refugiarse en el Cerro Castillo. "Ahora sentí algo de nervio", dijo.

En Cerro Castillo, decenas de personas miraban el río, frente a la isla que arrasó el tsunami, esperando por señales de una ola, pero el estuario del Río Maule se veía tranquilo.