En el 2008, una corte británica permitió a Hannah Jones, una adolescente con una enfermedad terminal, rehusar un transplante de corazón. Diagnosticada con leucemia a los 4 años, la niña pasó gran parte de su vida sometiéndose a tratamientos médicos; su corazón se debilitó a causa de los medicamentos que tomó para combatir la infección. “No quiero pasar por ninguna operación más”, dijo Hannah.

En Oregon, otro adolescente murió de una condición urinaria tratable luego de rehusarse a obtener ayuda médica. Neil Beagley y su familia, miembros de los Seguidores de Cristo de Oregon City, creían que la oración sería la mejor manera de curar su enfermedad.

En ese tiempo, la ley de Oregon dictaminaba que los niños por sobre la edad de 14 años podían tomar sus propias decisiones sobre cuidado médico. Beagley tenía 16 años, por lo que sus padres no debieron enfrentar cargos.