Buenos Aires, 18 de septiembre.- Jorge Julio López salió de su casa la mañana del 18 de septiembre de 2006 para oir la sentencia contra Miguel Etchecolatz, número 2 de la Policía Bonaerense durante la dictadura. El testimonio del albañil de 77 años habái sido calve durante las audiencias. López dejó su casa hoy hace 4 años y desde entonces está desaparecido.

“Es imposible que esté vivo, pero la esperanza no la vamos a perder nunca”, dice su hijo Rubén. Desde aquel día se tejieron muchas hipótesis, peor lo cierto es que no hay rastros del testigo. Ni siquiera se logró una pista firme con la millonaria recompensa que ofreció el gobierno nacional.

"Vivimos una gran angustia. Impotencia porque no podemos empezar el duelo. Eso es para nosotros la imagen de la persona desaparecida. No sabemos dónde llevarle una flor, dónde ir a verlo. No tenemos un lugar, un espacio donde rendirle un homenaje. Aunque, a nuestra manera, lo intentamos con la creación de una fundación en la que enseñaremos idiomas, arte y oficios, para que se mantenga su nombre y lo que nos dejó como ejemplo. Mi viejo era un tipo de laburo, de oficio y de palabra. Cuando se comprometió a ir al juicio, lo hizo, a pesar de que tal vez supiera que le podía costar la vida" , afirma Rubén López en este cuarto aniversario.

"Esperamos que alguien que sepa algo nos lo diga, que se lo cuente a la justicia para que podamos al menos tener algún indicio sobre lo que pudo haber pasado. A esta altura no tenemos más expectativa que esa. Después de cuatro años, lo único que queremos es saber qué pudo haber pasado. Qué sé yo… si está, ¿dónde está? Si está bien o no, encontrarlo, por lo menos para rendirle un homenaje, más allá de la misa que haremos el sábado y de lo que la sociedad tenga que hacer", es su reflexión final.