En Villa Fiorito, 9 de Julio, las primeras misas se celebraban bajo el reparo de un ranchito hecho de nailon. Luego de varios años de trabajo se pudo concretar el gran sueño de toda la comunidad: construir la capilla. Esta lleva el nombre de Nuestra Señora de Fátima, ya que la ex intendenta departamental Fátima Uzair fue quien regaló la imagen de la Virgen en 1995.

Desde ese momento los vecinos redoblaron el esfuerzo y llegaron a tener la casita de la Virgen que tanto querían. "En los primeros tiempos realizábamos bingos y rifas para conseguir algo de plata. De esta manera pudimos comprar los materiales necesarios para la construcción", recordó Pedro Cepeda, que es el presidente de la congregación y encargado de cuidar y limpiar la capilla. También contó que "hicimos gestiones ante la Municipalidad y nos ayudaron con la mano de obra. Igual varios vecinos ayudaban en los tiempos libres con la construcción. Ahora tenemos la ilusión de poder llegar a construir un salón para catequesis".

A principio de los ’80 los vecinos de Villa Fiorito celebraban las misas en un ranchito muy precario construido con nailon. Ahí soportaban las inclemencias del tiempo con el sólo propósito de estar en presencia de Dios. Durante muchos años también se reunieron en la casa de don Peralta, hasta que Carlos Arce, un ferviente devoto de la Virgen, decidió donar una parte de su terreno para que se levante la capilla. "No fue por una promesa ni nada de eso, sino que lo hice porque tenía ganas. Un día me levanté, lo charlé con mi madre y decidí regalar la esquina de mi terreno para que se construya la capillita", comentó el benefactor quien entregó el lugar a fines de 1984. Al poco tiempo iniciaron los trabajos de construcción y hoy ponen todo su esfuerzo en poder lograr el salón de usos múltiples que tanta falta les hace, según contaron.

Hoy en día, la Capilla de Nuestra Señora de Fátima es el punto de encuentro para toda la comunidad de Villa Fiorito y no sólo en los días en los que celebran la palabra de Dios. En el lugar cerca de 30 chicos asisten a las clases de catequesis y además toman la copa de leche que entrega el municipio. "La comunidad que trabaja en la capilla no es muy grande, pero todos tienen un corazón enorme y con eso alcanza para poder cumplir con todas las cosas que hay que hacer para que esto mejore día a día", señaló Cepeda.