Bajo el título “Dueño de la Cumbre” DIARIO DE CUYO intentó sintetizar el paso histórico de Luiz Inácio Lula Da Silva por San Juan. Indudablemente logró cautivar a propios y extraños por su sobriedad y su claridad de pensamiento que quedó plasmado para siempre en su exposición el día del cierre donde le puso adrenalina a la cumbre y sacó de la parsimonia a los periodistas que cubrían el encuentro en el Centro Cívico. Todos pugnaban por grabar ese discurso ya sea pegaditos a la tele o a los parlantes que transmitían los discursos de los presidentes.
Y no decepcionó. Su mensaje fue imperdible de principio a fin.
Habló sin pelos en la lengua, no dudó en disparar munición gruesa contra las potencias mundiales y no se olvidó de hacer referencia a San Juan. Aseguró con mucho énfasis y gran satisfacción que en San Juan se había celebrado la “mejor Cumbre del Mercosur” desde Ouro Preto (Brasil) en 1994 porque “se había terminado con 25 años de la inercia”.
No era para menos. Después de 20 años congelado, en la Cumbre de San Juan, el Mercosur logró aprobar el Código Aduanero regional que constituye la totalidad de pautas comunes que rigen el ingreso y egreso de los productos de adentro hacia afuera del bloque y viceversa.
El fue quien cerró la cumbre en San Juan por elección propia, a sabiendas del impacto que causaba y no decepcionó.
Lula que había recibido de manos de Cristina Fernández la Presidencia pro témpore del Mercosur escuchó a sus pares vía auriculares por los que salía la voz de su traductor. Mientras, él repasaba las páginas del discurso que daría después. Sin embargo, a su turno, improvisó la mayor parte del tiempo.
Cada frase era remarcada, a ritmo, con gestos elocuentes de sus manos.
Arrancó a las 13 saludando uno por uno a los presidentes, al ex presidente Néstor Kirchner y al gobernador José Luis Gioja. A todos los llamó “compañeros”.
Durante 28 minutos mantuvo la atención de la audiencia. Fue implacable al criticar al ALCA el tratado de libre comercio que EEUU pretendía instaurar a lo largo del continente.
“El ALCA era una propuesta que no tenía la menor intención de llevar a que los países más pobres pudieran recibir ayuda para desarrollarse y transformarse en mínimamente competitivos”, sentenció.
También repartió palos a los países más poderosos del planeta cuando hizo referencia al cuidado del medio ambiente.
“En la discusión por la cuestión climática los países ricos hacen muchos discursos, pero quieren que nosotros subyuguemos nuestro desarrollo para que nos ocupemos de las cosas que ellos no cuidaron”, advirtió.
