El contorno de las montañas tomó otra dimensión bajo una imponente luz lunar. Eran figuras extrañas que, ante el ojo de los mortales, iban cambiando de forma, según pasaban las horas. No hizo falta linterna, aún cuando la carrera empezó a las 4 de la madrugada. Por primera vez, desde que comenzó a realizarse el Desafío Ischigualasto, una de las carreras aventuras más atractivas de la provincia por su condimento turístico, la luna llena fue la reina de la noche. Unos 200 bikers de distintos puntos del país, recorrieron el circuito del parque en que millones de años atrás estuvo habitado por dinosaurios. Más que nunca, este lugar le hizo honor a su nombre artístico: Valle de la Luna.
Esta carrera fue especial. Pedalear o subir el cerro Morado a la luz de la luna era una anhelo de los competidores. El año pasado un temporal opacó la movida. Incluso la lluvia hizo que tuvieran que cambiar el circuito de la carrera. Mientras que el primer año que se hizo, en el 2007, fue en pleno día. Justamente, la idea de realizar la competencia con luna llena, tiene que ver con la promoción turística del lugar.
La largada fue desde la puerta del parque. Mucho de los competidores pasaron la noche en ese lugar. Es por eso que abundaron las carpas, a pocos metros del centro de interpretaciones. La luna ya estaba bien arriba cuando empezaron a entrar en calor. Como si fuese pleno día, el parque se llenó de gente que iba de un lado a otro con sus bicis. Las primeras en salir fueron las mujeres. El primer tramo fue llegar hasta el pie del cerro haciendo trekking. Lo que vino después fue todo pedaleada por el interior del parque, siguiendo el tradicional circuito que se hace con el turismo.
El circuito no fue fácil. Pero esta vez el buen clima fue un punto a favor. Hubo trechos complicados. Muchos serruchos y tierra blanda, lo que dificultó la pedaleada. Pero la recorrida de 60 kilómetros, (40 en bici y 20 a pie), valió la pena. No sólo a nivel deportivo sino también para el disfrute de un paisaje que toma otras dimensiones de noche y bajo los efectos casi alucinógenos de la luna llena.
