Al ritmo de luces, libros, poemas, escritores, presentaciones y guitarras, del 7 al 17 de agosto se realizó en Río Negro la 11º feria del libro de Cipolletti 2014. Así empezaba la feria en el "ventanal patagónico”, al igual que el "ventanal cuyano”; adentro, el calor humano en el círculo italiano, desde las mismas letras de los escritores locales y noveles; afuera, el viento frío sureño, que como aluvión añejo, encumbraba todas las ilusiones.

Aunque, este año asomaba bajo el lema: "El libro es Salud”. "Ello implica ir más allá de los conceptos. La enfermedad no es sólo corporal, sino que la salud implica estar bien, con un equilibrio sano, y desde el amor”, dijo el organizador del evento municipal Lucas Castro. Estuvieron escritores conocidos como Alejandro Dolina, Stamateas, Martín Perisset y locales como Néver Cavigliasso, Vallejos, Pardo, Pascual Marrazzo, Gorosito y Schenfelt con su "Vendedor de Manzanas”, lejos de la presencia de diarios regionales. Allí, en ese instante, aparecía con cierta picardía Mónica, diciendo sonriente: "Mirá que no soy escritora, pero me gusta interiorizarme”. Todo ello, es magia de sentirnos lúcidos, para poder pensar.

Pero, ¿qué es pensar? Pensar es inventar, cultivar. Significa establecer definiciones. Como sabiamente lo expresó Deleuze en su obra "Diferencia y Repetición”: "Fundar es siempre plegar, curvar, volver a curvar…”. El "pliegue” (término filosófico que permite unir en las diferencias) lo permite, porque siguiendo a Edith Elorza: "Es ahí donde el ser y el pensamiento se encuentran, sólo para mostrar una recíproca captura”. Ser y pensamiento se identifican, porque el pensamiento es el pliegue del ser. Para redondear, el "pliego” permite captar, ahondar, meditar, fundar un pensar en profundidad.

Pensar es sumergirse en uno mismo. Es reflexionar sobre las cosas. Aprender a pensar es reflexionar sobre la existencia con sus problemáticas actuales. Ver la vida desde los aspectos más sensibles a los más cotidianos y complejos. Es ver para donde tenemos que ir, o para donde no tenemos que ir. Según Deleuze "las ilusiones acechan al Pensar y al Ser” .Y, ¿qué es ilusión? Ilusionar es querer explicar, cuando en realidad no explica nada, sino que aún así, necesita de ser explicado. Sin validez. En cambio, pensar, es crear con solidez. Cultivar interioridad. Aproximarse al filosofar, que es inventar títulos, conceptos,definiciones para interpretar lo real, sin alejarse de ello. Engendrar.

Precisamente, "El libro es salud para el cuerpo”, cuando ejercita a las neuronas sanamente. Ahoga el vacío, humaniza, desahoga, nos previene y ocupa. "Es salud espiritual” porque ayuda a pensar. Permite tomar "de afuera”, para poder construir "hacia adentro”. Pero no para quedarse en la inmanencia o en "uno mismo”, sino para poder construir desde "sí mismo”, llenando la interioridad, en una cierta proyección con "los otros”. "El libro es salud para los escritores”, cuando leen con inteligencia y solidez para plegar la realidad. El escritor es un gran lector apasionado, competente, creativo, que parte de las letras y que colabora con las interpretaciones. Es aquel capaz de curvar, plegar en el texto, con el verdadero sentido que le da el texto. Esto es ejemplificando y sintiendo. Llorando y riendo. Reflexionando y viendo el Ser, sin caer en ilusionismos, sino con fineza intelectual. También, es "salud para todos los lectores”, porque al estar en contacto con las letras, cultiva bienestar.

"El libro en papel es salud para la humanidad”, porque teniendo en cuenta lo anterior, nos permite desde la palabra plasmada cultivar la totalidad del Ser, como personas. Ello es con la salud bio-psíquica espiritual, para no caer en reduccionismos ilusionistas, lejos de lo real. Consiste en ver las diferencias. Entender que el hombre no es sólo impulso, instinto freudiano, sino que es capaz de superarse. Lograr un equilibrio óptimo, que le permita encontrarse y escapar, volar de la rutina y la sexualidad.

Hoy podemos ver la "salud corporal” como elevadora o embotante. Embota con el culto al cuerpo, pero es elevadora cuando se cultiva desde la salud tanto fisiológica como de interioridad. En cambio, en lo espiritual-psiquico, la salud es embotante, cuando nos dispersamos en lo material. Y, es elevadora, cuando valoramos el bienestar, desde compromisos. Por lo tanto, lo que nos eleve más allá de Deleuze es posible, anclado en el pensar, que lejos de caer en una creación ilusa, nos permite saltar desde la simple lectura, al rescate de la salud integral. En palabras de Chesterton: "La salud existe para la vida, y la vida para las cosas hermosas”.

(*) Periodista, filósofo y escritor.