No son pocos los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de soñar con el museo “ideal”. El Museo de Bellas Artes ya contempló que en su nuevo domicilio haya un espacio para merchandising y una especie de librería. A su vez, en el patio funcionará una confitería desde donde se alcanzarán a ver las obras que hay dentro de la zona edificada. No menos importante es que los museos ofrezcan un buen servicio de información para sus visitantes, con oficinas de atención al público y señalización bilingüe, como la que habrá en el nuevo Museo de Bellas Artes, cuyo subsuelo tendrá un anfiteatro para 150 personas. Será como una especie de sala de proyecciones, según el arquitecto Carlos Gómez Centurión, a cargo del proyecto. Habrá también una biblioteca y, en planta alta, una sala de conferencias, además de ascensores y rampas para discapacitados. Todo con aire acondicionado central, iluminación tenue -para no deteriorar las obras- y un sistema de seguridad similar al que se usa en los bancos. Aunque algunos deben ser más atractivos y modernos, la profesora María Julia Gnecco aclara que los museos de piezas antiguas deben estar ambientados de acuerdo a la época que abordan. La responsable del Museo Histórico Agustín Gnecco advierte también que actualmente hay una tendencia de que algunos museos “muestren objetos de temáticas muy variadas. Pero eso provoca saturación. Nuestra idea es que el público encuentre (en el Agustín Gnecco) una temática definida”. En cuanto a la avidez de los visitantes que vienen con ganas comprar, pocos museos desconocen la necesidad de tener un buen espacio para vender recuerdos. En el Agustín Gnecco, por ejemplo, hay un sector donde se ofrecen -a modo de consignación- libros y artesanías elaboradas por sanjuaninos.
