Según ha declarado el rabino argentino Abraham Skorka, amigo personal del papa Francisco, a quien acompañará en la visita de este fin de semana a Tierra Santa, se trata de un "viaje delicado” por tratarse de una región difícil y complicada por todos los factores que hay en pugna en Medio Oriente. Por eso señala que será un peregrinaje que mantendrá un gran equilibrio religioso, político y diplomático en todos los actos.
El conflicto palestino-israelí y las relaciones de la Iglesia católica con Israel y con el pueblo judío, estuvieron siempre entre las mayores preocupaciones de Jorge Bergoglio, ferviente impulsor del diálogo interreligioso desde hace décadas, y estudioso de las tensiones y desencuentros en la región. La fecha elegida para este viaje tampoco es al azar sino prevé reeditar el histórico gesto realizado hace 50 años por Pablo VI y el patriarca ortodoxo Atenágoras I. Ahora Francisco se encontrará en la delegación apostólica de Jerusalén con el patriarca ecuménico Bartolomé I, en la misma habitación en que lo hizo su predecesor.
Pero también es un viaje oportuno, ya que debía hacerse antes de que Simón Peres deje la presidencia de Israel el próximo mes de julio, lo que podía implicar una espera mayor ante un nuevo enfoque político en el conflicto histórico. Más aún en momentos en que las tensiones que se están generando entre las poblaciones en conflicto, lo que lógicamente llevó a la diplomacia vaticana a considerar sectores por igual -cristianos, judíos y musulmanes-, en los tres Estados que visitará Francisco, creando las mismas expectativas y las mismas críticas por igual.
También ante recientes actos vandálicos en contra de iglesias cristianas en Israel, que Jerusalén atribuye a la acción de unos pocos extremistas que no representan la política del gobierno, ni los sentimientos de la mayoría de los israelíes, por lo cual las fuerzas de seguridad están buscando a los responsables para que sean juzgados y castigados. Se suma a las expectativas políticas la visita del Papa a Belén, para conocer el campo de refugiados de Deishé, donde se dirigirá de forma directa hacia el pueblo palestino.
El papa Francisco cuenta con su carisma y su imagen de estadista elogiada en todo el mundo, para escuchar tanto a judíos y musulmanes durante su periplo de tres días. Al contrario de su predecesor Benedicto XVI, que realizó su primer viaje a esa región en 2009, en un contexto de tensión con judíos y musulmanes, Francisco llegará el sábado con la imagen del pontífice abierto al diálogo, sin que pesen sobre él los viejos reproches de los judíos a los Papas europeos por sus posiciones frente al Holocausto.
