Una vez más, así como sucedió en Mendoza en septiembre del año pasado, la misa ricotera es anhelada por miles de fieles donde saltarán y harán temblar el suelo entrerriano de Gualeguaychú. A horas de comenzar el esperado show del Indio Solari y sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado, el Parque Unzué espera recibir -se espera que supere la convocatoria del recital anterior- a más de 150 mil espectadores. El último disco Pajaritos, bravos muchachitos será como una vedette del encuentro y por supuesto, todas aquellas canciones de siempre, vibrarán con la multitud a ritmo de un nivel cósmico.
Mística, pasión, fuego interior, como quiera llamarse, esa chispa permanece encendida en los corazones de incontables fans. Tal magnetismo no se logra describir con palabras, pero se puede percibir en las vivencias personales de sus fans. Sacrificio, trabajo y corazón, es lo que movilizó a una masa numerosa de sanjuaninos que viajaron en 7 micros con destino a Entre Ríos. Otra movilidad contratada salió del Parque de Mayo. Más una larga peregrinación de ricoteros provenientes de los departamentos alejados tomó curso, ya sea en autos particulares, en motocicletas o haciendo dedo en la ruta.
"Un recital del Indio, es un fenómeno sociocultural y a la vez es como un festejo de cumpleaños de todos nosotros’, definición auténtica y contundente que salió de la boca de Hugo Andino, un fan de acero que, junto a un grupo de amigos, viajó metido en la gran caravana que salió ayer desde la Terminal de Ómnibus de San Juan. Desde el 2001 sigue al Indio a todos los recitales y recordó cómo vivió lo de Mendoza: "Salimos en convoy con un Renault 12 y un Ford Fiesta. Llegando al control de San Carlos se nos detuvo un coche, nos fuimos sin entradas, las chicas hacían dedo a los camioneros. Nos reencontramos en la Terminal de la ciudad, después había que llegar caminando hacia San Martín con tanta lluvia. Unos 15 km de cola en la ruta, pero el aura de Dios Patricio quiso que llegáramos sobre la hora’.
Para Erica Doganik, el sentimiento es compartido: "el sacrificio por ir a ver al Indio es muy grande para mí. Tuve que cortar mi pelo, que llegaba a la cintura, para juntar plata y bancarme el pasaje. Total el pelo crece, no importa. Cuando era chica, nunca mi familia me dejó ir. En mi casa yo no me soportan. Mi entorno siempre me criticó si uso piercing o si escucho al Indio o me visto de tal forma. Me secan la mente, ahora cuando estoy en la misa, allá todos somos iguales. Nadie se fija que tiene o no tiene encima. No hay prejuicios".
Norberto Díaz, es estudiante de Ciencias políticas, fue a Mendoza con su señora embarazada. Su experiencia fue impagable, tanto que a su hijo que está a punto de nacer, lo llamará Indio. Pocos días quedan para el parto y esta vez no viajaron a este recial. Pese a ello, siente la misma adrenalina que tienen los demás amigos, aunque no pueda estar allá. "Sucede que el Indio es un poeta que aún no es reconocido como parte de la cultura argentina. Él logra que el profesional y un chico marginado compartan el mismo espacio cuando el canta. No hay clases sociales, él llega a las fibras más íntimas de todo ser", opinó.
Hay quienes hasta logran vender sus auriculares, celulares o hacer changas como pintar casas particulares para juntar dinero y tener el pasaje y la entrada a mano, (el pasaje cuesta unos $800 más $350 el ticket del espectáculo). Algunos piden licencia en sus trabajos y dejan sus rutinarias vidas para poder gozar por unas horas la divina misa ricotera y despedirse con el postre final, el Ji ji ji. "Es incomparable la energía que libera tanta gente, sea por la miseria, la marginalidad, el trabajo, la política, los miedos, la bronca, las frustraciones. Toda esa mier… que oprime a uno, es tirada al universo y que tiemble todo, que se venga el mundo abajo. Ni la revolución china o rusa se puede comparar con el pogo que ocurre en una misa ricotera", concluyó Hugo.
