‘El agua había hervido y le dije a mi hijo mayor que apagara la hornalla. Lo hizo, pero la llama hizo algo raro, como que se chupó hacia dentro. Ahí empezó a salir fuego de la garrafa y lo único que pudimos hacer fue levantar al resto de los niños y sacarlos. No pudimos salvar casi nada’. Carlos Ferreyra (43) es jornalero y en los primeros minutos de ayer un incendio lo dejó a él, a su mujer y a sus 7 hijos con lo puesto: su humilde casa de adobe ubicada en el distrito El Bosque, en Angaco, comenzó a arder a raíz de ese problema en la garrafa y las llamas se propagaron rápidamente causando un daño mayúsculo. Seis camas, 2 modulares, mesas, sillas, 2 TV, la cocina, un freezer, un horno eléctrico, un DVD, un equipo de música, una moto Appia 110cc, toda la ropa y una de las mascotas fueron alcanzadas por el fuego, precisó el damnificado.
Hasta ayer el hombre vivía con su mujer, Elsa Martín, y sus hijos, de entre 23 años y 8 meses, en una casa de 2 ambientes situada sobre calle El Bosque, cerca de Pinchagual, Angaco.
Ferreyra recordó que 5 de sus hijos ya estaban durmiendo cuando el siniestro ocurrió. ‘Le estábamos calentando el agua para hacerle un té a mi hija de 3 años y ahí fue cuando la llama se apagó. El fuego en la garrafa alcanzó el freezer y después la pared. Con mi señora y mi hijo mayor levantamos al resto de los chicos y los sacamos’, contó el jornalero.
Carlos agarró una manguera y comenzó a echar agua al interior. Enseguida, unos 15 vecinos se acercaron a ayudar al matrimonio y a su hijo mayor, que luchaban por evitar que el fuego avanzara hacia otra pieza contigua donde el hombre tiene unas monturas y otros elementos que utiliza para amansar caballos.
‘Soy el único sostén de la casa y trato de rebuscármelas como puedo’, comentó el damnificado.
Al rato llegaron los bomberos, pero el daño ya estaba hecho. ‘Lo que más me duele es que los niños se quedaron sin ropa y sin calzado. Y encima nos quedamos sin casa porque ahora hay que tirarla’, dijo Ferreyra.
