Siempre soñó con tener una larga cabellera para parecerse lo más posible a una odalisca. Es descendiente de árabes y por un tiempo practicó esta danza para mantener las tradiciones de sus abuelos. Con 24 años logró cumplir su objetivo: su cabello mide 81 centímetros. Pero ahora está dispuesta a deshacerse de él para la felicidad de la persona que más quiere.
Se trata de Cynthia Bazán, que puso en venta su pelo para poder festejarle el cumpleaños número uno y el bautismo a su hija Aisha el próximo 29 de julio. Es muy humilde, pero dijo que prefiere vender su bien más preciado antes que salir a pedir ayuda. Es más, al principio no quería contar su historia para no dar lástima.
Con orgullo se desató el rodete para mostrar su cabello color negro y rizado. Igual no pudo disimular la tristeza cuando sostuvo que “si lo tengo que vender, lo vendo”.
“Estoy dispuesta a vender mi pelo porque ahora lo más importante de mi vida es hacer feliz a mi hija y poder festejarle su cumpleaños. Algunos pueden pensar que hacerle una fiesta por esto no es tan importante, pero para mí lo es. Aisha es lo más valioso que Dios me dio y por ella soy capaz de hacer cualquier sacrificio”, dijo la joven.
Cynthia vive junto a su pareja y su hija en una casa precaria que alquila a medias con su suegra. El alquiler cuesta $1.600, y su pareja gana menos de $2.000 haciendo el trabajo de mantenimiento del camping de la UNSJ. Dijo que el sueldo sólo les alcanza para pagar los impuestos y comer, y que nunca tuvieron la posibilidad de ahorrar para el cumpleaños de Aisha. Agregó que por eso decidió publicar en el facebook de una amiga la venta de su cabello, y recorrer personalmente algunas peluquerías para ofrecerlo. “Algunos peluqueros se quedaron asombrados con mi pelo, sobre todo porque está sano. Nunca me teñí para no dañarlo. Hasta que nació Aisha, era lo más preciado que tenía”, dijo la joven bailarina.
Cynthia contó que en algunas peluquerías le ofrecieron $300 por su cabello. Dijo que no sabe cuánto cuesta, pero que aunque sea necesita que le paguen 600. Agregó que con esa plata puede preparar panchos, comprar gaseosas y alquilar un castillito para la fiesta. “La torta se la van a regalar los padrinos de bautismo. Me quedaría comprar algunos souvenires y los juguetitos para las sorpresitas. No necesito salón porque en la casa tiene un fondo grande”, sostuvo.
Pedir un préstamo en una financiera es una opción que Cynthia descartó por completo. El fundamento: no le gusta deberle nada a nadie. Tampoco consideró hacerle a la canasta la fiesta a Aisha porque no quiere “molestar a nadie”. “Pueden decir que estoy equivocada o que soy demasiado orgullosa. Puede ser, pero crecí arreglándomelas para cubrir mis necesidades por mis propios medios. Por eso, cuando mi gordita sea más grande, voy a salir a trabajar para que no le falte nada y pueda tener cada año su fiesta de cumpleaños a lo grande”, sentenció la mujer.
