La Cabeza del Indio, ubicada en Rivadavia, es uno de los íconos artísticos mejor logrados para representar las culturas aborígenes que poblaron San Juan. Pero el aspecto que tenían los originarios poco tiene que ver con cómo luce hoy la escultura: lentes, pupilas saltonas, bigotes, barba candado, corazones a los costados y hasta un moco colgando. Todo esto, pintado con aerosol, en sucesivos actos de vandalismo. Tan seguido sucede este daño, que desde el municipio, a cargo de mantener el monumento, lo vuelven a pintar de blanco cada dos semanas promedio. "Pero eso no detiene a los vándalos, y digo vándalos por usar un epíteto suave", dijo ayer el intendente departamental, Elías Alvarez.
La imagen de la escultura toda rayoneada con aerosoles negros y rojos, con figuras, nombres y fechas sobre el fondo blanco, fue enviada a la sección Fotociudadana por el lector Emilio Navarro, y fue publicada en la edición de ayer de DIARIO DE CUYO.
Con el diario en la mano, el intendente Alvarez dijo estar furioso. "Cada quincena tenemos que volver a pintar con látex blanco la escultura. Pero se ve que los dañinos no entienden el mensaje", dijo. Agregó que incluso se pensó en poner vigilancia, "pero eso tendría que ser las 24 horas del día y nos saldría más caro que andar pintando". Otra opción que estudiaron fue poner una reja alrededor de la obra escultórica. "Pero no lo hicimos -dijo el funcionario- porque quedaría horrible, no sería tan accesible a los turistas y no tendría sentido. Por eso seguimos haciendo lo que hacemos. Ojalá hubiera un poco más de conciencia en la gente".
La Cabeza del Indio fue esculpida por el artista Luis Perlotti, a pedido del gobernador Federico Cantoni, en la década de 1920. Fue ubicada sobre un cerro de la Quebrada de Zonda (en una de las laderas ubicadas adentro de los límites de Rivadavia), y luego Cantoni (precursor de la idea) y los gobernantes sucesores siguieron inaugurando obras que completaran un centro turístico en el lugar, con cantinas, piletas, la hostería, el camping y el autódromo, que fue inaugurado en 1967. Actualmente, todo el conjunto recibe el nombre de Parque Federico Cantoni, y es administrado por la Municipalidad de Rivadavia.
La escultura tiene un valor histórico y patrimonial único. Representa a un líder aborigen sentado en su sillón dignatario, y es reconocida en todo el país por estar rodeada de cerros, flora y fauna autóctona y estar a pocos metros del autódromo El Zonda-Eduardo Copello.
