La cara de sorpresa, el entusiasmo y las enromes sonrisas los delataba. Eran los nuevos entre la multitud de niños que saltaban y cantaban sin parar. Y la atención que prestaron, para que cada detalle del encuentro religioso quedara guardado en la memoria, fue tan grande que no pudieron ni siquiera almorzar tranquilos. Ellos fueron los chicos de Los Berros, que gracias a que participaron de la 33ra Peregrinación de los Niños a Fátima conocieron la Ciudad. De la clásica caminata que fue ayer participaron unos 3.000 chicos de distintas parroquias, según datos de la Policía.
Entre el humo de las bengalas y los papeles picados que caían sin parar los niños que llegaron de distintos departamentos coparon las calles. ‘No me imaginaba que podían venir tantas personas. Además de la fiesta que estamos viviendo me encantó conocer la Catedral. Nunca antes la había visto y es hermosa‘, dijo Guadalupe Méndez que tiene 10 años y fue una de las nenas de Los Berros que llegó junto a más de 40 chicos. Al igual que ella sus compañeros de catequesis de Nuestra Señora del Carmen llegaron identificados con chalecos rojos y amarillos que sus papás les hicieron para identificarlos entre la multitud.
Se juntaron antes de las 11 en la parroquia sarmientina y desde ahí partieron con sanguchitos en las mochilas y botellas de jugo y agua. Improvisaron un picnic en la Plaza 25, que también conocieron ayer pasado el mediodía. ‘Cuando veníamos en el colectivo me imaginaba que esto iba a ser muy lindo, pero la verdad que me sorprendió‘, dijo Joaquín Adam, que también estuvo acompañado por su mamá y otros 20 adultos.
Además de los niños de Los Berros, hubo muchos más que hicieron por primera vez la caminata que estuvo llena de emociones. En familia, como era el lema de este año, los niños llegaron con sus papás y hasta con sus hermanitos bebés para disfrutar de la tarde en la que el Sol hizo que fuera aún más cálida.
Antes de la peregrinación, la concentración fue una fiesta que contagió alegría a todos los que pasaron por la plaza. Durante casi una hora los chicos se adueñaron del frente de la Catedral y tiñeron de colores el microcentro. Bailaron sin detenerse ni un segundo y como si estuvieran en una cancha de fútbol arengaron a favor de sus parroquias. Hicieron flamear las banderas que los identificaba y hasta arrojaron rollitos de papel.
Con gorros, pelucas, narices de payasos, pañuelos y hasta con penachos del carnaval, los niños disfrutaron sin parar de la caminata que duró un poco más de 2 horas y que tuvo su cierre en la cancha de Trinidad (ex Los Andes), en Rawson. Ahí, desde un escenario, se celebró la misa para los chicos y sus familias.
