Héctor y Cristina son un mar de lágrimas. Así, con el dolor indisimulado en la cara, reciben los abrazos y las muestras de apoyo de familiares y amigos, mientras suman sus pocas ganas a la limpieza de la casa que alquilan desde hace 16 años, cuando unieron sus caminos, y que ahora está toda rota y llena de hollín por un incendio. Tienen más de una razón para llorar el mecánico Héctor Antonio Murúa (41) y la docente Cristina Isabel Martínez (41). En esos escombros están todos los aparatos, los muebles y otras cosas que pudieron comprar con su esfuerzo. Los bolsos de ropa por $22.000 que pensaban vender porque el trabajo de Héctor no es estable. Y los $35.000 que habían ahorrado para cuando se mudaran a su propia casa, una del IPV, en la que ya se imaginaban poniéndole el cierre y agregándole mejoras. Pero haberse quedado prácticamente con lo puesto no es lo que más preocupa a la pareja. El dolor más terrible para ellos es la pérdida de 14 perritos caniches, 11 adultos y 3 cachorros que criaban prácticamente como a sus hijos.

Porque ese y no otro valor sentimental tenían esos animales para Héctor y Cristina. Durante 16 años hicieron todos los intentos posibles para poder tener sus propios hijos, pero con ellos no hubo milagros y tampoco pudo la mano de la ciencia: en una ocasión vendieron hasta un auto para un tratamiento de fertilización in vitro, pero no hubo caso.

La dura prueba que les toca atravesar se gestó en su ausencia, en ese ratito de media hora que se hicieron una escapada para ver a la madre de Héctor, como casi todas las noches, para ver cómo está, pues la mujer es hipertensa y tiene otros problemas de salud.

En eso estaban a última hora del viernes, cuando una vecina los llamó para decirles que veía mucho humo en esa casa que alquilan al 169 Oeste de Estado de Israel, en Villa Rachet, en Rawson.

En minutos, el fuego había invadido toda la casa y se precisaron tres dotaciones de bomberos al mando del comisario Raúl Castro, para poder controlarlo.

Cuando el siniestro paró, las consecuencias habían resultado muy dañinas: ninguno de los perritos pudo escapar, y todos habían muerto intoxicados.