Que Luis tenga muchas habilidades para bañar mascotas, cortales el pelo y darles de comer a los animalitos de la veterinaria. Y que Luciana pueda estar atenta a cómo está sentado cada niño en la mesa para comer la merienda en la guardería "Los Patitos" sin que corran peligros. O que Néstor lleve a los clientes de uno de los cafés de la plaza 25 de mayo, el pedido sin demoras y con una sonrisa. O que con todo el orden y la prolijidad del mundo, Paola organice cada producto en las góndolas del sector perfumería de un mayorista, tuvo su premio.
Todos ellos son jóvenes trabajadores y ese es, de algún modo frente a la realidad laboral actual, un premio. Pero en este caso se potencia. Todos ellos son personas con discapacidades intelectuales -rótulo que aglutina a patologías tales cómo TGD, retraso madurativo, Síndrome de Down, entre otros diagnósticos- que superando sus miedos personales, barreras y crisis actuales más limitaciones sociales, consiguieron un puesto y su consiguiente paga. No son los únicos. Hay 31 personas más que están en esta situación.
Claro que el puesto no llegó "de arriba, como caído del cielo". Hubo una maravillosa conjunción que puede englobarse en varios factores: una persona con mucha voluntad y ganas de trabajar, una empresa dispuesta a abrir sus puertas y adaptarse, y una institución que sirve de nexo entre unos y otros, pero que también acompaña, aconseja, asesora, enseña y capacita a todas las partes para que el objetivo de lograr el trabajo y tener resultados satisfactorios se cumpla.
Justamente por toda su labor, la tercera pata de esta historia -en este caso el Centro de Educación para Adultos Vida Nueva que funciona bajo la estructura de Arid, la Asociación de Padres para la Recuperación e Integración de la persona con Discapacidad- fue reconocida recientemente en un concurso a nivel nacional organizado por las fundaciones OSDE, Banco Galicia y La Nación. Así los sanjuaninos que son parte de "Empleo con apoyo (ECA)", tal como se llama a la iniciativa, fueron uno de los tres proyectos distinguidos con el Premio Comunidad a la Educación 2015. Fueron elegidos entre 368 proyectos educativos de todo el país. Lo que significa que recibirán 80.000 pesos. Este es el segundo premio del año. Ya que unos meses antes, en una contienda similar, se llevaron todos los reconocimientos por parte del Laboratorio Raffo. Todo el dinero recibido, ya que no cuentan con mayores subsidios estatales ni otros aportes -salvo el reconocimiento de las obras sociales y el pago de algunos profesionales por parte del Ministerio de Educación- servirá para que el proyecto siga funcionando y pueda llegar a cautivar a más empresas locales.
"Este premio, como el del laboratorio, es un gran incentivo para seguir haciendo, para demostrar y demostrarnos que estamos en el camino correcto", dicen felices los licenciados Claudia Gil (coordinadora del proyecto ECA) y Sebastián Muñoz (el jefe del servicio Educación para Adultos) del Centro Vida Nueva. Ellos, junto a un equipo de profesionales en distintas áreas, son quienes acompañan paso a paso el desempeño laboral que incluye no sólo la búsqueda de un puesto según la disponibilidad ofrecida pero también según las vocaciones y los gustos personales de los postulantes más allá de los conocimientos, habilidades y capacidades. También son responsables de la capacitación a los compañeros de trabajo, los padres de los jóvenes y los jefes. Es que la idea es que sea un trabajador más, que pueda llegar al trabajo a horario pero por sus propios medios, que cumpla con las órdenes y que tenga premios y reconocimientos por su labor y responsabilidad pero también retos y hasta suspensiones si no hace las cosas bien. Además que sepa cómo usar su sueldo.
En el proceso que no es sencillo y que lleva su tiempo, los profesionales acompañan el desempeño de los trabajadores. Esto significa que los acompañan (pero progresivamente y a medida que se acostumbran se van retirando de las rutinas), observan falencias y debilidades, sus comportamientos y el modo en que resuelven problemas. Después, fuera del trabajo, los ayudan a superar inconvenientes y a encontrar modos sencillos para evitar problemas. Así, según cuentan, idean prototipos con imágenes para suplantar la carta del café que está escrita con números y letras o por ejemplo los guían con los colores. Así ayudan a los chicos que no están alfabetizados. Estos son apenas algunos de los ejemplos de las estrategias que aplican.
"Nuestro objetivo es que los jóvenes trabajen bien, pero también que sea independientes y tengan dignidad como cualquier otra persona", agregan quienes dirigidos por Estela Martín, la vicedirectora de Vida Nueva, llevan adelante el proyecto desde 1999, cuando uno de los jóvenes entró a trabajar a una cadena de supermercados como repositor. Tal fue su entusiasmo y el éxito de la experiencia -de hecho el joven todavía es un trabajador más en el Vea- que decidieron estudiar el campo laboral y buscar nuevas oportunidades. Pese a que nunca dejaron de trabajar por este objetivo, en el 2008 arremetieron con más fuerza y con metas claras. Hoy tienen sus frutos: 31 personas ya trabajan, 16 empresas y entidades públicas les dieron un puesto. Pero no se conforman. Quieren más.
