Hiperquinéticos fue la palabra que usó una de las directoras. Era para ella, y para muchas otras docentes, lo que mejor describía a los alumnos. Así estaban ayer la mayoría de los chicos en el primer día de clases en el que las inasistencias fueron casi nulas. Todo luego de un receso invernal demasiado extenso para el gusto de ellos, que corrieron desesperados por las galerías y patios como queriendo recuperar con sus compañeros esos 21 días de recreos perdidos.
Con carreras desesperadas para no ser alcanzados, los chicos trotaban hasta quedar con la cara morada y casi sin aliento. Ese fue uno de los juegos más elegidos en los patios: el llamado So o Quemado. Así, luego de algunos minutos, el más lento del grupo quedaba a disposición del que lo perseguía y se convertía en el nuevo quemado.
Para los varones más grandes, el mejor juego era hacer un improvisado partido de fútbol. En la escuela Florentino Ameghino, de Capital, la diferencia en estos partidos fue que la pelota no era ni siquiera redonda. Era una botella de gaseosa vacía, que, en lugar de rodar, se arrastraba. Los equipos tampoco tenían arcos y no había un límite establecido para marcar la cancha. Pero esos fueron sólo detalles, lo importante fue quitar eso que hacía de pelota, tirarse al piso y revolcarse hasta limpiarlo con los guardapolvos y tironear a los compañeros para que no pudieran avanzar.
Este diario visitó diez escuelas de Capital y vio las mismas postales repetidas: chicos alegres de por fin volver a clases, en un día que se caracterizó también por un ausentismo casi imperceptible. Y, en este contexto, los dos recreos de 10 minutos no fueron suficientes para agotar la energía acumulada de tantos días de encierro por la gripe A. Unos instantes de correteadas desenfrenadas no alcanzaron y en el regreso al aula eso fue evidente.
Así, la adrenalina continuó elevada durante las clases. Más despiertos que de costumbre, desde las primeras horas hasta las últimas, los niños participaron sin disimular entusiasmo en las clases. Las seños admitieron sorprendidas que se encontraron con una mayor atención y participación que la que están acostumbradas a ver. El Tercer grado B de la escuela Doctor Guillermo Rawson lo demostró con varias manos levantadas de niños ansiosos por dar respuestas y con muchas ganas de escribir, leer y dibujar. Todo fue repaso, tal como lo decidieron las autoridades educativas para la primera semana de clases. Pero la semana que viene no será tan divertida ya que les esperan las integrativas.
