El juez de Instrucción Guillermo Adárvez procesó con prisión preventiva al mecánico Sergio Fernández Santa Lucía (28) como autor de las 13 heridas con una bayoneta que terminaron con los días del abogado Francisco Sirera (61) el 19 de mayo pasado a las 22,30 en la puerta de la casa de la víctima en Fray Mamerto Esquiú al 460 Este, en Capital. Y aplicó la misma medida contra su padre, el también mecánico Federico Fernández Gizzi (54) por considerarlo partícipe principal en la maniobra homicida. El juez ordenó, además, un embargo de $400.000 a cada uno, dijeron fuentes judiciales.
En el fallo no se menciona qué motivó el homicidio contra el abogado, pero todo indica que fue por la relación laboral entre Sirera y los Fernández. Los asistió en dos causas: en principio defendió a otro hijo del mecánico, Elías, días atrás condenado a 14 años de cárcel por abusar sexualmente del nene de su exconcubina. Y en el fuero civil los patrocinaba en una demanda por el cobro de honorarios, de otros abogados en un juicio por posesión veinteañal de un campo de los Fernández en Valle Fértil.
La versión judicial es que Fernández puso ese campo a nombre de su segunda mujer para impedir que se lo embargaran. Y evitó el embargo de su casa en Capital, pues era considerado un bien de familia y, por ley, no podía ser embargado.
Sin embargo Sirera lo hizo firmar un documento en el que el mecánico levantaba esa calidad de bien familiar y enseguida lo notificaron del embargo de su casa. En el entorno de Sirera, aducen que la víctima también pretendía cobrar del eventual remate de la propiedad la plata que Fernández le hizo perder con el pésimo ‘arreglo’ de dos vehículos.
Al declarar, el mecánico negó su vinculación y la de su hijo con el crimen: dijo que volvían en moto de ver un lote en Rawson. Y hasta trató de amigo a Sirera. Su hijo se abstuvo de declarar.
Sin embargo las pruebas los complicaron. Esa noche la mujer de la víctima reconoció la ropa del homicida. Y encima un patrullero que recorría la zona vio cuando huían y los atrapó tras una corta persecución, con la bayoneta ensangrentada. El fallo no está firme.
