Cuando todavía está fresca la increíble fuga del asaltante Jorge Eusebio Aldeco el 20 de junio pasado del penal de Chimbas o el escape de Daniel Silverio Sosa Sánchez de la puerta de Tribunales el 28 del junio último, una reciente resolución judicial contra un guardiacárcel vuelve a poner sobre el tapete las supuestas negligencias del personal penitenciario y las fallas de seguridad dentro de la cárcel. Se trata de un nuevo procesamiento, el quinto caso en casi un año y medio, que recae sobre un guardia a raíz de una evasión en el Servicio Penitenciario. En esta ocasión fue por la fuga de un reo del pabellón de Enfermería, en junio del 2009.

Es por el delito de favorecimiento de evasión, pero por negligencia -o sea algo culposo y sin intención-, cuyo castigo es una multa que va de los 1.000 a 15.000 pesos. Con esta figura, el juez Enrique de la Torre -titular del Primer Juzgado Correccional- dictó días atrás el auto de procesamiento sobre el guardiacárcel Esteban Mauricio Riveros (35), revelaron fuentes tribunalicias. En la misma causa, también se resolvió sobreseer al fugado, Martín Exequiel Moreno, dado que se comprobó que no utilizó violencia ni rompió nada en el escape y entonces no hay delito. El reo, en aquel momento, cumplía una condena por robo agravado y tenencia de armas, y estaba en Enfermería por su adicción a las drogas.

En un año y medio, ya son más de una decena de penitenciarios que terminaron procesados por cinco casos de fugas (ver apoyo), algunas muy escandalosas. En todos esos hechos les imputaron haber actuado con negligencia o descuido en sus tareas, pero los jueces también hicieron mención a las serias deficiencias de seguridad dentro de la cárcel y la falta de personal para vigilar a los internos.

Riveros, el último procesado, era el encargado de custodiar la puerta de ingreso del pabellón, de donde fugó Moreno la tarde del 20 de junio del 2009. El guardiacárcel estaba en la garita apostada justo frente a la entrada, que está en dirección al Sur. Otro guardia de apellido Córdoba, también vigilaba ese mismo pabellón, pero lo hacía desde el puesto ubicado en el lado Este, de donde no se puede ver el acceso.

Esa tarde, los internos tenían visitas. Moreno había recibido a su mujer. Todos estaban en el patio y supuestamente las puertas no tenían candados. Es que los presos de ese sector no son peligrosos y gozan de confianza, algunos incluso realizan tareas de fajina fuera del pabellón, según testimonios citados en la causa.

Riveros se abstuvo de declarar en la causa. Y todo se reconstruyó a partir de testimonios de otros penitenciarios. Durante la instrucción se llegó a la conclusión que la fuga se concretó alrededor de las 15:30, en los momentos en que supuestamente el guardia Esteban Riveros, sin avisar a nadie, abandonó su puesto por unos minutos y fue hasta la garita de Córdoba a pedirle las llaves del pabellón. En ese interín, se sospecha que Moreno salió por la puerta del pabellón y corrió hacia una pared situada en el costado Sur, cerca de los talleres, y así escapó hacia avenida Benavidez.

Ningún guardia se percató de la fuga. Es más, fue otro preso el que avisó a un penitenciario que acababa de ver a una persona de negro que saltaba la pared hacia la calle. Recién ahí, los custodios dieron el alerta. Según declaró un guardia en la causa, en ese entonces Riveros todavía no regresaba a su puesto. Cuando fueron a hacer el conteo de los presos, hallaron a todos, menos a Moreno. Su mujer argumentó que solo sabía que su marido se había ido al baño.

Para el juez Enrique de la Torre, si Riveros "hubiese estado en el lugar que efectivamente debía ocupar, Moreno no habría decidido fugarse al sentirse controlado. Por el contrario, optó por escapar al advertir que la garita se encontraba sin custodio". Más allá de un acto negligente, le achacó no haber cumplido con las disposiciones internas como, por ejemplo, comunicar a sus superiores en caso de abandonar su puesto. Esas supuestas desinteligencias de Riveros, ahora le costaron que lo procesaran por el delito de favorecimiento de evasión.