El llamado al diálogo multisectorial, formulado por el Gobierno Nacional tras la derrota del oficialismo en las últimas elecciones legislativas, ha tenido numerosas respuestas enriquecedoras para la institucionalidad que reclama el país. El aporte de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que nuclea a las empresas más importantes, es realmente trascendente, porque no se limita al mero compromiso de sumarse al diálogo sino enumera en 12 puntos los reclamos de quienes motorizan el desarrollo nacional, con ideas que van mucho más allá de lo coyuntural.
El documento "Movilizar las energías del sector privado. Una visión empresaria", suscripto por el titular de AEA, Luis Pagani, interpreta cabalmente el mensaje de las urnas para el giro político que exige la Argentina y traza una proyección hacia el crecimiento, una vez superada la crisis global, aprovechando el enorme potencial que disponemos.
La "movilización de energías", según los empresarios, requiere la ejecución de decisiones precisas, establecidas claramente en la declaración como agenda fundamental para el encuentro con la presidenta de la Nación. Coinciden en la necesidad del diálogo y la formación de consensos, sin exclusiones de ninguna naturaleza, pero también con medidas de fondo como la rebaja de las retenciones, la reforma del Indec, la vigencia de la libertad de precios, la previsibilidad de las reglas de juego, la preservación de los recursos de la Anses y todo lo lleve a mejorar la calidad de vida de los argentinos.
Los empresarios sostienen que con la excepción de las tarifas públicas, "se debe preservar el sistema de libertad de precios en un marco competitivo", ya que el control oficial ha demostrado la ineficacia para eliminar la inflación y además genera desaliento en la producción e inversión, con mayor impacto en las economías regionales.
Para AEA es imprescindible la preservación del empleo, como también la creación de otros nuevos, pero para ello se requiere una presión impositiva razonable, sin impuestos que desalienten la productividad y las exportaciones. Es que este diálogo debe llevar a una política económica con objetivos racionales y previsibles.
Dialogar para fijar la agenda es loable, siempre que se haga con verdadero ánimo de escuchar para encarar los cambios profundos que el país precisa.
