"No a la política de la xenofobia y la picota: libertad, igualdad, fraternidad", fue el eslogan utilizado en las marchas convocadas en varias ciudades francesas, entre ellas París.
La manifestación fue convocada por la oposición de izquierda, las tres grandes centrales sindicales y asociaciones de defensa de los derechos humanos, con el apoyo de numerosas personalidades. Desde fines de julio, cuando el gobierno anunció un endurecimiento de su política hacia los nómades, unos mil sobre una población nacional de unas 15 mil personas, fueron deportados y un centenar de sus campamentos desmantelados en todo el país.
Los gitanos presentes en Francia, en su mayoría búlgaros y rumanos, llegan al país en virtud de las reglas de libre circulación dentro de la Unión Europea, pero con las nuevas leyes al cabo de tres meses, al no poder declarar ni domicilio ni fuente segura de ingresos, son considerados ilegales y pueden ser expulsados del territorio nacional.
Organizaciones de derechos humanos, organismos internacionales, el Vaticano y hasta miembros de su gobierno (como el canciller Bernard Kourchner) criticaron las nuevas medidas adoptadas.
Por su parte el ministro francés del Interior, Brice Hortefeux, aseguró que las manifestaciones apenas lograron reunir a "unas decenas de miles de personas", un participación que constituye "una decepción" para los organizadores. Mientras que los organizadores de las marchas indican que al menos 100 mil personas salieron a las calles en 130 ciudades francesas.
