Dos policías pasaron varias horas apostados en la puerta de la EPET 6 de La Bebida, para evitar que los alumnos volvieran a salir a la calle a manifestarse violentamente. Mientras tanto, las aulas de la legendaria Normal de Jáchal permanecen vacías desde hace casi dos semanas porque los padres no envían a sus hijos a clase. Dos postales en distintos puntos de la provincia, con un reclamo similar: pedir mejoras en los edificios escolares. Reclamos que esta vez pasaron la raya. Es que el reclamo de La Bebida terminó con al menos un herido y un colectivo apedreado, mientras que varios de los alumnos de la escuela jachallera corren el peligro de quedar libres porque los días que no van a clases, corren como ausencias. Esto marca dos cambios importantes: por un lado, el debilitamiento de la escuela como institución de referencia; y por el otro, la naturalización de la violencia como vía de reclamo.
Hay especialistas en educación que no dudan en afirmar que la institución educativa perdió peso. Ni las autoridades escolares pueden evitar que se lleve a cabo estos modos de protesta. Mientras que la directora de la EPET 6 afirma que no sabe qué hacer con las situaciones violentas provocadas por sus alumnos, la docente que está al frente de la Normal de Jáchal asegura que “los padres son los responsables de la pérdida de clases de sus hijos, porque los chicos de la primaria van a clases a la misma escuela y con el mismo frío”.
“La institución educativa perdió autoridad. Hasta hace unos años, era un lugar en el que todavía se resguardaba algunos valores. Pero ahora en este sitio se arman piquetes, se hacen tomas de establecimientos y hay situaciones que se codean con la violencia”, asegura Sandra Pérez, psicóloga y gabinetista escolar.
Hace catorce años, la sociedad sanjuanina se asombraba porque las paredes de la Normal Sarmiento aparecieron cubiertas de grafitis, hecho que provocó una inmediata y masiva desaprobación social, tanto por extraordinario como por violento. Hoy, que los chicos corten calles para pedir que arreglen los baños de la escuela, o que los padres dejen de enviarlos a clases porque consideran que la calefacción no es suficiente, ni siquiera llama la atención porque son situaciones que se dan con frecuencia.
Desde el 2007, la historia parece repetirse todos los inviernos, pero cada año la apuesta se redobla en cuanto a métodos de protesta. “Creo que el reclamo se excedió. Está bien pretender que nuestros hijos tengan condiciones dignas para estudiar. Pero no mandarlos a la escuela durante casi dos semanas también es contraproducente para la evolución pedagógica”, agrega Sandra Pérez. Por su lado, la psicopedagoga Andrea Podestá asegura que no es raro que suceda esto porque son los modos de protesta que se están dando en otros ámbitos sociales.
El efecto en cadena se hace sentir cada vez más. Ni bien se hace conocida la protesta en alguna escuela, de inmediato aparecen otras sumándose a la medida. En abril del 2010, en cinco departamentos sanjuaninos, los padres decidieron tomar los edificios escolares, alterando el dictado de clases, para reclamar por el mal estado de las escuelas. Al mismo tiempo, los informativos nacionales mostraban imágenes de los alumnos que tomaron los colegios más tradicionales de la Capital, como el Pellegrini. Y el efecto dominó no es fácil de parar, según dicen los especialistas.
Esta tendencia comenzó a verse nuevamente durante este ciclo lectivo. Poco antes del receso escolar, empezaron a hacerse sentir los reclamos por la falta de calefacción en las escuelas. Ni bien los alumnos de la EPET 4 salieron a hacer un piquete por este motivo, los padres de Jáchal decidieron comenzar una medida que todavía no cesa: no enviar a sus hijos a la escuela hasta que el Ministerio de Educación les pusiera calefacción. Ni bien terminaron las vacaciones de invierno, el Gobierno instaló pantallas a gas para calefaccionar las aulas. Pero los padres decidieron no dar el brazo a torcer porque aseguraron que la calefacción no era suficiente. Mientras tanto, en esta misma escuela, no dejan de ir a clases los chicos de la primaria.
Desde el Ministerio de Educación, no saben cómo frenar esta clase de manifestaciones, ya que está a la vista que ni la promesa de solución conforma, habrá que ver qué sucede el próximo año.
