Además de dar un duro golpe a Hamás, los ataques contra palestinos emprendidos por el Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu pueden dar una vuelta de tuerca a la campaña para las elecciones del 22 de enero, que van a quedar dominadas inevitablemente por la seguridad.

Hace sólo un mes el primer ministro se jactaba de ‘no haber declarado una guerra‘ en los siete años que ha estado al frente del Gobierno. Sin embargo, Netanyahu advierte ahora que el Ejército israelí ‘seguirá emprendiendo cualquier acción necesaria para defender a su población‘.

No es la primera vez que Israel se embarca en una campaña de estas características a pocas semanas de los comicios, 67 días en este caso. Son inevitables, pues, las similitudes con el cronograma de la ‘Operación Plomo Fundido‘, que se produjo a 45 días de las elecciones de 2009, también en respuesta al continuo disparo de cohetes desde Gaza.

Los dirigentes israelíes insisten en que la situación actual obligaba al Gobierno a responder y no permanecer por más tiempo

impasible ante lo que venía sucediendo en las últimas semanas, en las que las milicias palestinas intensificaron sus ataques contra objetivos civiles y militares.

Pero a los analistas no se les escapa que en tiempos de guerra los israelíes suelen votan de manera más visceral que reflexiva y lo hacen en efecto por partidos ‘halcones‘, que prometen o llevan a cabo duras respuestas contra el enemigo.

La campaña electoral iba a arrancar en las próximas semanas con temas novedosos en agenda como la lucha por la justicia social y la carestía de la vida.

Pero parece ser que, de momento, todo quedará en agua de borrajas, pues la campaña se ralentizará mientras continúe la

ofensiva. Las primeras reacciones de la mayor parte de los partidos políticos, incluida la oposición, han sido cerrar filas y apoyar al Ejecutivo y al Ejército en su decisión de salir a una ofensiva.

La ofensiva también podría ser considerada un intento de desviar la atención no sólo de la agenda social, sino del suspenso del proceso de paz con los palestinos y de la petición que el presidente palestino, Mahmud Abás, dirigirá a la Asamblea General de la ONU para que Palestina sea reconocida como Estado observador de la organización.

Los réditos políticos con este primer golpe a Hamás, a priori, parecen beneficiar a Netanyahu. El asesinato de Ahmed Yabari, líder del brazo armado de Hamás, ha sido todo un golpe de efecto para el Gobierno de Netanyahu. Como en anteriores ocasiones, el tiro les puede salir por la culata a los dirigentes israelíes pues este tipo de campañas se les puede ir de las manos, como ya sucedió en 2006 y 2008-2009. Y sin una salida clara al conflicto, lo previsible es que la comunidad internacional termine presionando para lograr el cese del fuego.