Las superficies verdes dentro del área urbana, en donde nos vemos rodeados de cemento, contribuyen a mejorar las condiciones de la ciudad, ya que favorecen el aporte de oxígeno, fijan el CO2, reducen la contaminación atmosférica, amortiguan el ruido, evitan la erosión del suelo y reducen el viento. Los parques, plazas o arbolado de la calle, hacen posible la colonización por parte de insectos y aves que cumplen de manera natural funciones tan importantes como el control de plagas o la polinización.
Por otra parte, al margen de una función ornamental, las áreas verdes públicas son imprescindibles para que el hombre se reencuentre con la naturaleza, se relacione con ella, invitándolo a pasear, a contemplar su entorno, practicar deportes, desarrollar actividades culturales, etc.
Los espacios verdes también favorecen la relación entre generaciones, al situar en un mismo lugar diversas actividades destinadas a diferentes edades. Por ello, los parques lineales que atraviesan varios barrios o comunas ejercen un papel social fundamental, ya que favorecen el tránsito de las personas, la relación entre vecinos, fomentando de esa manera la tolerancia y el respeto hacia los bienes comunes, ayudando a desarrollar un comportamiento cívico que resulta imprescindible para la vida en sociedad.
Además, existen algunos grupos de personas que consideran que la convivencia con el verde en el espacio urbano es un problema, ya que representan una fuente de insectos, ratas, como también son causantes de patologías respiratorias o alergias por la acción del polen. Frente a lo anterior, debemos pensar que las ciudades están rodeadas de entornos naturales, con lo cual es absurdo considerar que la vegetación urbana sea la gran responsable, o la única, de los problemas respiratorios que algunas personas sufren en la primavera.
Ciudadanos del siglo XXI
Para quienes vivimos insertos en una urbe, donde proliferan el ruido, la contaminación atmosférica y el aislamiento social, enfrentados a la necesidad de crear cada día más espacios que nos permitan descansar e invitar al ocio, debemos plantearnos: ¿existe la zona verde ideal?
Enfrentados a esta interrogante, el principal reto que se nos plantea a los profesionales de esta área, a la hora de crear una zona verde ideal es conseguir que cumpla generosamente todas las funciones, sin que sea necesario un gran esfuerzo económico y de recursos. Se deben conjugar los aspectos estéticos, paisajísticos y ambientales con la funcionalidad del área vede a crear.
Es indispensable analizar, las necesidades del entorno social al que se va a destinar, definir diferentes "grupos de usuarios", que es necesario atender: zonas de reposo, actividades deportivas, paseos, áreas de juego para niños, lugares para los perros, espacios dedicados al picnic, a la cultura y/o a la música. Por ejemplo Parque de las esculturas ubicado en Santiago, a orillas del río Mapocho, en Av. Santa María, cuyo principal objetivo fue acercar a los escultores a un público más masivo e integrar sus obras al espacio verde, lo que en su momento para muchos significó una locura, hoy piensan que deberían existir muchos más parques temáticos, por el positivo impacto que éste ha tenido en la población.
¿Pocos y grandes o muchos y pequeños?
Siguiendo este mismo análisis en relación a la superficie destinada a espacios verdes, surge el interrogante. Parecería lógico optar por la creación de grandes superficies, ya que permiten una mayor distribución de los usuarios, y un mayor aporte ambiental ya que la biomasa es mayor, y con el espacio verde pequeño ocurriría justamente lo contrario.
Pero, debemos pensar que la existencia del área verde más reducida, crea un paisaje urbano más natural y más amigable con el entorno, lo que les permite que sean visibles desde las ventanas o los balcones de los departamentos adornando de verde los conjuntos de estructuras donde habitan un gran número de personas. Eso genera que el paisaje sea mucho más amigable y por ende eleva la calidad de vida de las personas.
Por lo tanto, la respuesta sería la creación de una trama de zonas verdes de diversos tamaños, en conexión con los espacios naturales que rodean la ciudad.
Cuidado con las especies arbóreas
Cuando se diseña un área verde, y en este caso un área pública debemos proyectar el presente pensando en cómo serán las especies plantadas al cabo de 25 o 30 años, no podemos diseñar con un afán de inmediatez, es decir, pensando en obtener resultados hoy, referidos principalmente a la masa arbórea. La misma tiene un período de crecimiento y adaptabilidad, sin por el momento, ejercer los efectos que las generaciones futuras podrán aprovechar.
El árbol es el principal protagonista de los beneficios medioambientales, actuando además como organizador del espacio. Las formas de los árboles, el colorido de sus hojas a través de las estaciones, el estallido de color de las floraciones, su velocidad de crecimiento, la caducidad o permanencia de la hoja durante el invierno ayudan a conseguir los objetivos propuestos en un proyecto. No debemos olvidar al momento de elegir una masa arbórea, el concepto de identidad regional y ello se consigue básicamente haciendo uso de especies nativas, propias de una región geográfica. Iguales consideraciones hay que tener en cuenta al momento de plantar árboles en una calle, debemos estimar que junto a los beneficios ambientales estos se mantengan en condiciones óptimas a lo largo del tiempo, con el objetivo de configurar una ciudad mucho más habitable.
No se trata tan sólo de plantar un árbol, se trata de plantar el árbol adecuado a las condiciones de espacio, clima y suelo, propio del lugar que además aporte sombra y ayude a contrarrestar la temperatura que genera el cemento durante el verano.
El valor del verde
Es sabido que los habitantes de las ciudades valoran positivamente las zonas verdes, por ello, los barrios residenciales más deseados son aquellos que cuentan con árboles en sus calles y muchos espacios verdes, lo que aumenta la plusvalía de una propiedad en áreas arboladas.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de 9 metros. Estamos muy lejos del ideal, y además coincide que las comunas de menores ingresos, en la que sus habitantes poseen menos recursos, son las que presentan menor porcentaje de áreas verdes, lo cual es claramente una vergüenza para un país en vías de desarrollo.
Lo anterior, nos lleva a actuar como sociedad y en conjunto con todos aquellos vecinos de comunas con escasos recursos, debemos construir áreas verdes, integrando a la familia, sintiéndose parte de la creación de nuevos espacios de esparcimiento que les entreguen sombra y bienestar, arborizando calles, paisajes, plazas, parques, jardines, entre otros espacios más.
