San Juan, 7 de octubre.- El botulismo es una grave enfermedad causada por una neurotoxina producida por el bacilo Clostridium botulinum. Es una enfermedad poco frecuente pero muy seria. La toxina es extremadamente potente, incluso mortal en ínfimas cantidades.

Bloquea la liberación de una sustancia llamada acetilcolina en las terminaciones nerviosas, con lo que paraliza los músculos y puede llevar a la muerte por parálisis respiratoria.

¿Cómo se contrae?

La enfermedad puede contraerse por la ingestión de alimentos contaminados que contengan sustancias tóxicas producidas por la bacteria Clostridium botulinum (aún en cantidades mínimas). Las fuentes más comunes de este tipo de contaminación son las conservas caseras de frutas y hortalizas, los pescados (especialmente crudo o ahumado) y mariscos (almejas, mejillones, etc.), ingesta de verduras frescas crecidas en suelos contaminados, los lácteos, carne vacuna, etc. Las latas envasadas comercialmente rara vez están implicadas.

Síntomas

Entre los síntomas se encuentra: dificultad al deglutir y al hablar, debilidad progresiva, acompañada de parálisis, vómitos y náuseas, dolor abdominal, dificultad respiratoria, generalmente no presenta fiebre. En niños estos síntomas se acompañan de estreñimiento. Los síntomas suelen aparecer en un lapso de hasta 36 horas después de ingresada la toxina al organismo. Ante los primeros síntomas debe consultar a su médico.

Prevención

En el caso de conservas caseras se deben utilizar alimentos correctamente lavados, recipientes estériles y sobre todo sistemas térmicos a presión adecuados para su esterilización. Los alimentos precocinados se conservarán a una temperatura de 4ºC o menos.

A nivel industrial se deben realizar y exigir controles rigurosos de los procesos de preparación de las conservas y platos precocinados. En las conservas bien preparadas, el tratamiento térmico adecuado, el bajo pH y el agregado de NaCl o nitritos son factores que, sumados, multiplican su acción protectora. En productos mal conservados, en cambio, los esporos pueden sobrevivir, para germinar y proliferar luego, al amparo de condiciones de anaerobiosis y producir toxina que es liberada por lisis bacteriana. El proceso requiere habitualmente 2 a 14 días.

En el caso de los lactantes no debe administrarse miel a los menores de 1 año.

Existe una vacuna a base de toxoides botulínicos (A, B, C, D y E) para su utilización en personal de laboratorio que trabaja con el germen o sus toxinas.