Ocho glorias de los ’80 son citadas en un spa. Sin saber para qué, allí encerradas, empiezan a interactuar y cada una va ventilando sus glorias y miserias, intercaladas con música, bailes, comentarios ácidos y guiños (algunos ingeniosos, otros más fáciles).

Finalmente, es la voz en off de Graciela Borges la que da un porqué al encuentro: ‘No están extinguidas’, les dice acariciando su autoestima (de eso se trata el asunto). Esa es la ficción. Y la realidad, es casi idéntica, con dos diferencias: lo que cambia es el escenario, que ya no es un supuesto spa, sino un teatro de provincia; y en vez de la voz en off, el mimo para su alma son los aplausos, las risas y la complicidad del público (en general, mayores). Pero cuidado, que ese pasado glorioso que sirvió de puntapié para ‘rescatarlas’, puede terminar siendo una trampa.

Sin dudas, Beatriz Salomón, Mimí Pons, Naanim Timoyko, Adriana Aguirre, Patricia Dal, Silvia Peyrou, Sandra Smith y Pata Villanueva pueden ser hoy mucho más que ‘ex bombas ochentosas’, pueden mostrar a esta altura -y no se trata de pacatería- mucho más que colas, piernas y escotes (innecesario topless incluido) y pueden dar mucho más que básicos monólogos autorreferenciales con efectos de drama y comedia. Un enorme acierto reunirlas, una deuda aprovecharlas. Tal vez ese sea el desafío.