Los consumidores de drogas y su contracara ineludible, sus proveedores, no tienen límites. Una prueba más de los riesgos que asumen con tal de satisfacer la adicción, se detectó durante la visita de presos el último jueves en la cárcel de Chimbas. Ese día una mujer de 39 años quedó presa después de que los penitenciarios descubrieran que, en la ropa interior de su hijo de 9 años, pretendía meter algunos gramos de cocaína y pastillas de un conocido psicofármaco, dijeron fuentes ligadas a la investigación.

Sin embargo esa tarde, la mujer no sería la única en pasar desde la puerta del Servicio Penitenciario Provincial a los calabozos de Drogas Ilegales, ya que otra mujer de 38 años quería ingresar para otro detenido, su pareja, alrededor de 140 pastillas ocultas en sus zapatillas.

“Esto es moneda corriente en los días de visita en la cárcel. Pero es indignante que no reparen siquiera en el daño que le hacen a sus hijos con esos ejemplos”, dijo un jefe policial.