Lo primero que debemos tener en cuenta es el tamaño en metros cuadrados que ocupa el césped. Esto es esencial porque en función al tamaño es la elección de una máquina manual, eléctrica o de gasolina. Para espacios muy pequeños, con un puñado de metros cuadrados, un cortacésped manual es suficiente. No cuentan con motor, y además tampoco recogen la hierba, pero son los más manejables y económicos. Si la superficie tiene ya un tamaño medianamente considerable, una eléctrica será la mejor opción. Pesan menos que las de gasolina y son más silenciosas, pero cuentan con el inconveniente de llevar cable. Esto nos obliga a tener previsto una serie de detalles como largo del cable, los giros, enchufes, trifásica, etc.

Los avances en este campo han permitido disponer de nuevos modelos con baterías, que eliminan la molestia del cable, pero con un precio mucho más elevado. La potencia del motor también es un aspecto que debemos tener en cuenta, especialmente si nuestro césped es de hoja dura. En el caso de los eléctricos, los de menor potencia rondan los 600 vatios, mientras que los modelos más avanzados llegan a los 1.600 vatios. Decantarse por uno u otro irá en función del tamaño del jardín. Existen modelos autopropulsados, aunque estos últimos sólo interesan si el terreno presenta muchos desniveles.

Los cortacéspedes de gasolina son los más recomendables cuando el tamaño del jardín supera los 400 m. cuadrados. La mayoría son ya autopropulsados, lo que nos evita tener que empujarlos, y además cuentan con mayor libertad de movimiento que los eléctricos ya que no necesitan alimentación externa. La contra es que generan mayor nivel de ruido y nos obligan a disponer de gasolina en algún lugar de la casa. Cuando el terreno que debemos cortar sobrepasa los 2.000 m. cuadrados, lo mejor es buscar un modelo autoportante. Su precio es muy superior, pero el ahorro de tiempo es significativo.