De tantas y diversas divisiones departamentales que tuvo San Juan, hubo una que data de la primera década del pasado siglo y que bautizó a uno de sus distritos con el nombre de "Departamento Laprida”, el cual se constituía con partes territoriales de Valle Fértil y 25 de Mayo. Administraciones políticas posteriores suprimieron este nombre, demarcando nuevamente nuestro mapa jurisdiccional. En realidad jamás tendría que haberse descartado esta designación, que inmortalizaba a uno de los hombres más trascendentales de nuestra patria chica, que tantas funciones y roles cumplió en la historia grande.

Actualmente son pocos los sanjuaninos que saben algo de esta ilustre figura, vinculándola sólo al 9 de Julio de 1816. Por ahí, los que tienen la mirada aguda, observan una sencilla placa que recuerda su hogar, destruido por el terremoto de 1944, emplazada sobre una galería comercial, sobre la mano derecha de la calle Gral. Acha. En verdad fueron varias las actuaciones que desempeñó don Francisco Narciso Laprida. Nacido casi simultáneamente con la creación del Virreinato del Río de la Plata, el 28 de octubre de 1786, empezó sus estudios en su tierra natal y luego en el Colegio San Carlos de Buenos Aires, para finalmente estudiar abogacía en Chile. Al igual que varios contemporáneos sanjuaninos, como su compañero en el Congreso de Tucumán, Fray Justo Santa María de Oro o el Dr. Ignacio de la Roza, se consustanció con la causa revolucionaria siendo un veinteañero.

Instalado el General José de San Martín en Cuyo, colaboró en su campaña libertaria donado sus propios bienes. Luego fue investido como gobernador interino de la provincia, integrante de la legislatura local y nuevamente en 1824 representó a San Juan como diputado. Años después, en ocasión de las luchas internas en el país, Laprida emigró a Mendoza, enrolándose como cabo en el batallón "el orden”. Según explican los historiadores, se sentía orgulloso luciendo las charreteras de cabo, poniendo toda su capacidad en trabajar para enaltecerlas.

Sobreviene el dramático episodio de su muerte, luego de la batalla del Pilar, en la que los unitarios fueron vencidos. En la tarde del 22 de septiembre de 1829 Laprida fue asesinado, siendo esto motivo de algunas discrepancias entre los historiadores. Lo cierto es que sus restos jamás se encontraron.