Durante buena parte del siglo pasado era la ‘estación de Cabrera’, mientras que en su últimos anos fue administrada por otra familia y bajo la bandera de Shell. La esquina Sureste del cruce de las avenidas Libertador y Rawson, Capital, era tradicional justamente por su estación de servicio, símbolo del lugar y en un punto neurálgico de la ciudad. Pero a fines de la década de 1990 bajó sus persianas y desde entonces el predio quedó abandonado. Tras casi 20 años, una empresa decidió recuperar el lugar y está reacondicionando la estructura original de la estación para convertirla en salones comerciales.
Fue aproximadamente en 1997 que la estación de servicio cesó su actividad, recordaron los vecinos. Allí, con algunos cambios edilicios, había funcionado durante más de medio siglo.
‘Era conocida como la bomba de nafta de Cabrera. Junto a la estación, donde ahora está la venta de GNC, había unos corrales para la hacienda que luego era llevada al matadero municipal. Cabrera fue padrino de casamiento de mis padres y eso fue en 1940, por lo por entonces ya existía la estación’, recordó Irma Desideria Amarfil, cuyos papás vivían por Libertador, a metros de la esquina.
Tras el cierre de la empresa, todos los elementos de la bomba de nafta fueron retirados del lugar, como los aparatos expendedores y el mobiliario. Incluso la vivienda de la planta superior, que en algún momento también fue usada como depósito, fue abandonada. Tan sólo quedó un gran edificio que en su momento estuvo conformado por fosas de engrase, lavadero, lubricentro y oficinas, luego cercado por chapas y latas.
Como recuerdos, en su interior quedaron algunas bases de las columnas pintadas de color amarillo y rojo, que identifican a Shell, grandes tachos vacíos de combustibles y carteles de ‘Prohibido fumar’ o ‘Prohibido hacer chispas en los bornes’ (de baterías).
Hace unos 10 años, la construcción de una estación de GNC en el terreno continuo permitió que un sector lateral de la vieja bomba de nafta fuera abierto para convertirse en calle de acceso hacia los puestos de carga, desde la avenida Rawson. Sin embargo, el complejo siguió olvidado.
RECUPERACIÓN:
El predio volvió a tener movimiento en su interior recientemente, cuando comenzaron a trabajar unos obreros. Una empresa (Sánchez Huerta) es la responsable de darle nueva vida a esa esquina con el reacondicionamiento del edificio existente para convertirlo en salones comerciales, que quedarán integrados a la actual estación de GNC, propiedad también de esa firma comercial.
De esta manera, lo que eran fosas de engrase, lavadero y lubricentro se convertirán en grandes salones, mientras que la planta superior será refaccionada nuevamente como vivienda. Ya trabajan en el encofrado de diferentes columnas y en cerrar con paredes lo que antes era una especie de galería abierta por donde maniobraban los conductores.
De acuerdo a Guillermo Coto, arquitecto a cargo de la División Construcciones de Sánchez Huerta, la adaptación edilicia buscará usufructuar al máximo lo que ya existe, a la vez que los frentes de los locales quedarán totalmente vidriados. En principio, el objetivo es poder concluir los trabajos en un lapso de 4 a 5 meses, indicaron.

