La Antártida, el sexto continente prácticamente intacto en cuanto a la explotación de sus recursos y cada vez con más atención internacional a medida que el potencial del resto del planeta decae por la sobreexplotación de las reservas energéticas, se encamina a celebrar el bicentenario del descubrimiento dentro de cinco años.
Fue el 16 de enero de 1820 cuando una expedición rusa descubrió esta enorme extensión de territorio helado e inhóspito y por ello sin mayor significación para la época, aunque a mediados del siglo XX comenzó a crecer el interés internacional debido a las expectativas del enorme potencial científico y económico que comprobaban las diferentes expediciones. El Tratado Antártico de 1959 estableció un régimen administrativo regional en la zona, aunque no dio respuesta a los reclamos territoriales de naciones como Argentina que esgrimen derechos y otras que se reservan ese demanda para el momento en que la diplomacia mundial incursione en este entramado de reclamos pendientes.
El acuerdo, firmado el 1¦ de diciembre de 1959 por 44 países y en vigor desde 1961, estableció el marco jurídico sobre la utilización y la soberanía del continente blanco, aunque posteriormente Argentina, Chile, Australia, Francia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña y Noruega han expresado pretensiones territoriales. Posteriormente, en 1991, el Protocolo de Madrid fijó la Antártida como una zona desmilitarizada en la que sólo se pueden desarrollar investigaciones científicas.
Este documento, que todavía no ha sido ratificado por todos los países firmantes, establece en el artículo 7 una moratoria de 50 años a todo tipo de explotación de los recursos naturales por debajo de los 60 grados de latitud sur, pero eso no ha evitado que la mayoría de los países con bases en el continente helado desarrollen programas de investigación geológica que incluyen la búsqueda de hidrocarburos y recursos minerales en el subsuelo antártico.
Con el cambio climático y la disminución de los recursos naturales, las naciones desarrolladas, en particular Rusia, miran hacia la Antártida como una salvación a largo plazo y se manifiestan terminantemente en contra de un reparto de la superficie basado en reclamos territoriales unilaterales como el planteo argentino. Por ello es necesario mantenerse alerta ante esta reserva para la supervivencia de la humanidad.
