La razón es muy simple: se necesitan dos para bailar el tango (o el cha-cha-cha, en este caso) y Cuba está haciendo muy poco de su lado para acompañar el relajamiento de las sanciones comerciales estadounidenses a la isla.

Asimismo, el próximo presidente de Estados Unidos verá la apertura comercial de este país a Cuba como un legado de Obama, y probablemente no gastará mucho capital político para seguir expandiendo unilateralmente una política que pasará a la historia como la obra de un presidente anterior.

Cuando Obama anunció por primera vez la apertura a Cuba el 17 de diciembre de 2014, dijo que la política anterior de EEUU había fracasado, y que el comercio de ese país ayudaría a crear una nueva clase de emprendedores y una sociedad civil independiente en Cuba.

Pero un año después, hasta los funcionarios del Departamento de Estado que negociaron el acuerdo están frustrados con Cuba.

A principios de este mes, el semanario oficial cubano ‘Trabajadores’ informó que el número de trabajadores cuentapropistas en Cuba se ha reducido a 496.000, de 504.000 hace 6 meses, según reportó el 12 de enero la página web Cubaencuentro.

El blog Cartas de Cuba, del periodista uruguayo Fernando Ravsberg, dijo el 17 de diciembre que ‘internamente, la parálisis es grande’. Agregó que ‘durante 2015 no se legalizó ni una sola cooperativa más, no abrieron nuevas modalidades de trabajo autónomo, los mercados mayoristas brillaron por su ausencia y la tan reclamada unificación monetaria sigue engavetada’.

En lo político, la dictadura militar de Cuba sigue prohibiendo los partidos políticos, la libertad de reunión, o los medios de comunicación independientes.

Durante el último año, el número de detenciones de opositores pacíficos aumentó a un récord de 1.447 en noviembre, según la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional de Cuba.

A pesar de todo esto, Obama anunció días atrás una tercera ronda de medidas unilaterales para flexibilizar el embargo a la isla. Las nuevas medidas permitirán a más visitantes estadounidenses viajar a Cuba, y aumentar el número de exportaciones autorizadas a la isla.

La normalización de las relaciones de EEUU y Cuba ha convertido a la isla en un objeto de curiosidad mundial. El turismo a Cuba aumentó a 3.5 millones en 2015, un alza del 17.4 % respecto al año anterior, según cifras oficiales cubanas.

El arte, la cocina y la música cubana se han puesto de moda, y son objeto de un sinnúmero de artículos periodísticos. Contrariamente, son pocos los periodistas que reportan sobre los presos políticos, o investigan las más de 3.130 ejecuciones atribuidas al régimen de Castro desde 1959 por el grupo de investigación CubaArchive.org.

Mi opinión: Como lo he dicho en columnas anteriores, la política previa de Estados Unidos de aislar a Cuba no funcionó, y las nuevas medidas de Obama merecen una oportunidad. Sin embargo, hasta ahora no han funcionado.

Hasta este punto, la normalización de relaciones sólo ha ayudado a Obama a cimentar su legado como el presidente que reinició las relaciones con Cuba, como Nixon lo hizo con China. Por eso Obama apretó el acelerador con nuevas medidas de apertura días atrás, y lo va a seguir haciendo.

Pero no creo que el próximo presidente de EEUU incluso si es Hillary Clinton invierta mucho capital político en cimentar el legado Obama, a menos que Cuba de señales concretas de una apertura económica o política. La pelota está en el campo cubano, y este idilio se puede enfriar después de noviembre.