El silencio en medio de una quebrada en Pocito sólo se rompe con las voces de 9 jóvenes que cargan cuerdas y otros equipos, mientras suben entre rocas gigantes a más de 20 metros de altura. En la cintura, cada uno lleva decenas de mosquetones (una especie de ganchos metálicos) que hacen chasquidos unos con otros en cada movimiento. Se trata de un entrenamiento que hace el único grupo de búsqueda y rescate en la montaña de San Juan, cuyos miembros son socios del Club Andino Mercedario. Los voluntarios se preparan de forma permanente para actuar en la búsqueda de personas perdidas o accidentadas en cualquier cerro de la provincia. Revista ¡OH! presenció una de estas prácticas en el Centro de Escalada "Calle 11".
Si bien los integrantes de este grupo trabajan de forma solidaria para la comunidad, utilizan sus propios equipos. Por eso esperan también el apoyo oficial como también de empresas. De esta forma quieren mejorar la cantidad de materiales en caso de enfrentar situaciones extremas en la montaña durante un rescate, cuenta, el coordinador del grupo, Javier Giuliani, momentos antes de llegar a la práctica.
Al lugar de entrenamiento sólo se puede llegar en vehículos 4×4. Alrededor de las 10 de la mañana, los 9 montañistas están en el sitio, encabezados por Giuliani, quien a sus 31 años, es un experto en el tema.
De dos camionetas bajan mochilas con sus equipos, otros jóvenes que también saben lo que es escalar cerros de gran envergadura en América, Asia y Europa: Emiliano Cáceres (25), Eduardo González (35), Renzo Quero (25), Manuel López (26), Manuel Leániz (29), Aníbal Maturano (35) y las únicas dos mujeres del grupo, Carla Rattá (28) y Celeste Arias (24).
La concentración del grupo es total a la hora de entregarse de lleno al entrenamiento. La actividad tiene como objetivo trasladar por una tirolesa a un par de heridos. La voz de mando la lleva Giuliani. Cada movimiento del grupo es coordinado y siempre se espera la confirmación de uno de ellos para dar el paso siguiente, como por ejemplo a la hora de soltar una cuerda o colocar vínculos.
Las medidas de seguridad de los montañistas son estrictas. Llevan cascos y arneses para sujetarse de cuerdas. Todos los materiales usados son importados y de primera calidad.
El trabajo de colocar cuerdas de un extremo a otro de dos cerros parece un trabajo minusioso de ingeniería, hasta la confirmación de que cada elemento está en su lugar. De ahí en más, dos montañistas hacen las veces de heridos: Manuel López y Renzo Quero.
El primero con una venda en una de sus piernas y el segundo entablillado con dos barras metálicas sacadas de una mochila, debido a que en en medio de la montaña hay que conseguir los elementos a la mano.
Las maniobras para llevar adelante el rescate y trasladar al accidentado por la tirolesa son de extremas medidas de seguridad. El herido tiene que estar conciente, caso contrario los rescatistas deberían contar con una camilla rígida, algo que el grupo no tiene, por eso es el pedido solidario a empresas o gobierno para proveerla, cuenta Giuliani.
Luego de distintos movimientos, cada accidentado es trasladado hasta el otro extremo del cerro. Entonces comienza la tarea de descenso hacia tierra firme. Allí los heridos esperan ser atendidos por equipos médicos.
El final del entrenamiento deja al grupo de rescate conforme por la tarea cumplida, al saber que su trabajo es una tarea solidaria que están dispuestos a llevar cabo en cualquier momento.
