El rescate de la expedición sueca liderada por el doctor en Geología Otto Nordenskjöld, en la Antártida, por la corbeta Uruguay, ocurrido hacen 110 años, fue una de las hazañas más relevante en nuestra historia naval.

El Congreso Mundial de Geografía reunido en 1895 sugirió, entre otras cosas, el envío de expediciones hacia la Antártida debido a que este continente era el último rincón del planeta sin explorar, salvo raras excepciones de aventureros y comerciantes balleneros. Los objetivos primordiales de estos viajes debían ser el reconocimiento del territorio, el relevamiento de la fauna y flora como así también el estudio del clima.

Una de las expediciones fue emprendida por el buque ballenero Antarctic, integrada por científicos suecos y capitaneada por el noruego Carl Anton Larsen, veterano de varias campañas al Polo Norte. Esta embarcación partió desde Suecia hacia la Argentina, donde arribó a fines de 1901.

Nordenksjöld se puso en contacto con el gobierno argentino con el fin de lograr víveres y apoyo logístico para la travesía pronta a emprenderse. El gobierno nacional no tuvo reparos en ayudarlos a cambio de que embarque un científico de la Marina de Guerra en el Antarctic, siendo seleccionado luego de una entrevista con Nordenskjöld el recién ascendido a alférez de fragata, José María Sobral.

El 21 de diciembre de 1901 soltó amarras del puerto de Buenos Aires el buque sueco. Luego de 2 meses de navegación, desembarcó junto a los científicos suecos, Otto Nordenskjöld, G. Bodman, Erik Eelöf, Ole Jonassen y Gustav Akerlund, y construyeron un refugio para invernar en Cerro Nevado, cerca de la actual Base Marambio. Luego de descargar todos los pertrechos, el ballenero se retiró con la misión de retornar en la primavera de 1902. Mientras que el grupo realizó todo tipo de actividades científicas, el Antarctic llevó adelante estudios oceanográficos, zoológicos y geográficos en la Patagonia.

Al iniciarse la primavera de ese año emprendieron el derrotero en búsqueda de la expedición, desembarcando tres expedicionarios que harían de avanzada por los hielos en búsqueda de los científicos. El buque prosiguió viaje hasta quedar atrapados en diciembre de 1902 en una capa de hielo imposible de romper. Este infortunio fue agravándose más con el pasar de los días hasta que finalmente el 10 de enero de 1903 el barco naufragó.

El capitán Larsen junto a la tripulación quedaron varados en un témpano de hielo que los llevó a la deriva, hasta que finalmente pudieron alcanzar la isla Paulet donde construyeron un refugio.

Mientras tanto, Sobral y sus compañeros hacían lo posible para no morir de frío ni de hambre durante el invierno de ese año. En octubre, dos integrantes de ese grupo decidieron hacer una incursión para realizar otro relevamiento del terreno, eran el geógrafo Nordenskjöld y Jonassen. Luego de andar en trineo durante algunos días, encontraron a Gunnar Anderson, Toralf Grunden y al teniente S.A. Duse, los hombres que bajaron del Antarctic para hacer de avanzada en la búsqueda de la expedición científica. Desde ese momento, el lugar donde se encontraron fue denominado Cabo Feliz Encuentro.

La inquietud se hizo presente en la Argentina a partir de abril de 1903 al no tenerse novedades de la expedición. Sin dubitaciones, el presidente Roca y el ministro de Marina contraalmirante Onofre Betbeder emprendieron una misión de rescate de la expedición antártica. El buque elegido para este propósito fue la vieja corbeta Uruguay, que revestida por un forro de madera de gran espesor bajo el cual se clavaron chapas de acero para soportar los embates del hielo, se lanzó a la peligrosa misión. Fue nombrado como comandante de la expedición el teniente de navío Julián Irízar. El 8 de octubre de 1903 la nave tomó rumbo sur desde Dársena Norte, navegando sin novedades hasta el día 8 de noviembre cuando avistaron el refugio de Cerro Nevado en el que se hallaban los 7 suecos junto al alférez Sobral. El 11 del mismo mes, la corbeta llegó a la isla Paulet y recogió a los náufragos del Antarctic cayendo en la incredulidad de tamaña escena, un buque de guerra argentino en la Antártida desafiando a la naturaleza.

El viaje de regreso no fue fácil para la corbeta, teniendo que sortear témpanos de hielo y algunas tempestades. A fines de noviembre la prensa argentina comenzó a publicar extensas notas sobre la odisea vivida por la tripulación del Antarctic y sobre todo por el héroe de esos tiempos, el alférez Sobral.

El 2 de diciembre de 1903 la Uruguay llegó al puerto de Buenos Aires acompañada de una treintena de vapores. En tierra, la esperaban ciento de miles de personas que se convocaron espontáneamente para brindarles una cálida acogida a estos aventureros que sobrevivieron durante 2 años al clima extremo del continente blanco.

Sin duda este episodio significó un hito en la incipiente presencia nacional en la Antártida, teniendo a la Marina de Guerra como vanguardista y fiel representante de los intereses soberanos sobre este territorio.

(*) Profesor de Historia de la UNSJ. Miembro de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia de San Juan.