El crecimiento de la actividad delictiva que lleva a un estado de indefensión social sin precedentes en el país, centra las críticas de la población en los procesos carcelarios de resocialización de los reclusos y, en particular, sobre los criterios de los jueces para otorgarle las salidas transitorias sin ningún control o seguimiento para saber que hace cuando abandona la prisión.

El beneficio de salidas transitorias está previsto en la ley de ejecución penal que rige en la Justicia nacional para los presos que hubieran cumplido la mitad de su condena, cualquiera que fuere el delito por el que se los hubiera declarado culpables. Una de las características del sistema es que en la ley federal no importa que el preso sea reincidente, es decir, que tenga más de una condena. Igualmente puede acceder a estas salidas. Es decir, se trata de un sistema basado en la autodisciplina y la confianza pero no es suficiente para contener al detenido porque fracasa frente a la realidad afuera del penal, que lo lleva a nuevamente a delinquir.

Se suma un vacío legal para ubicar al evadido, porque es delito escaparse de la cárcel, pero no lo es si no el preso no regresa después de una salida transitoria, ya que el Servicio Penitenciario Federal sólo puede imponer castigos dentro de la cárcel, y un caso de inconducta por no volver en el plazo establecido sólo altera su foja interna. De allí que un 10% de los presos favorecidos con salidas transitorias no retorne y luego reaparezcan en la crónica policial involucrados en violentos ilícitos.

Más allá de las normas y criterios, a veces hasta ideológicos, con los que se busca la reinserción social del recluso, el sentido común señala la importancia de recuperarlo en la misma cárcel, a través de diferentes actividades productivas como hubo en San Juan con rubros que surtían a la población interna y a particulares. Es el modelo del programa de Estados Unidos que enseña especialidades a los presos para operar 100 fábricas estatales de artículos militares -chalecos antibalas, mantas, uniformes y otros insumos- en excelentes condiciones laborales y cobrando entre 0,25 a 1,25 dólares la hora, lo que permiten al preso mantener a su familia y para sus gastos.

Es tan efectiva esta resocialización, que la actividad privada absorbe cada vez más a la población carcelaria en forma transitoria o al cumplir la condena.