Los restos de algunas víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que no pudieron ser identificados, se enviaron a la morgue de la base de la Fuerza Aérea en Dover (Delaware, EEUU) donde fueron incinerados y arrojados en un basurero, reveló ayer un informe que encargó el Pentágono.

El Pentágono reconoció el año pasado después de una investigación interna que extravió partes de cadáveres en dos ocasiones en 2009, y que manipuló indebidamente otros sin consultar a las familias, por lo que el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, ordenó la creación de un comité para analizar la gestión de la morgue y emitir recomendaciones.