Los restos del General José de San Martín parecen estar condenados a no descansar en paz, al menos en lo concerniente al manifiesto deseo de legisladores y funcionarios que en distintas épocas propusieron trasladarlos del lugar que actualmente ocupan en la Catedral Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires.
La última iniciativa es de la diputada nacional por Mendoza, Mariana Juri, quien pretende que su provincia sea la guardiana del Padre de la Patria, al considerar que fue la cuna de la gesta libertadora y porque es "donde se lo vive y se lo siente en toda su magnitud". Por su parte, el diputado socialista porteño Roy Cortina pide que los restos del prócer, muerto en Francia en 1850, sean sacados de la Capilla de Nuestra Señora de la Paz, en el interior de la catedral donde descansan desde 1880, y sean llevados al Cementerio de la Recoleta. También en la década del ’90 el gobierno de Corrientes propuso a Yapeyú -pueblo natal del Libertador- como tumba definitiva de los restos.
Ahora la diputada Juri, ex ministra de Turismo y Cultura de Mendoza, ha vuelto a instalar el tema, que tiene adeptos y detractores. Quienes están a favor del traslado, ignoran que en su testamento San Martín expresa el deseo de que su corazón fuera depositado en Buenos Aires. En esta corriente está la Comisión de la Asociación Damas pro Gloria Mendocinas y la dirección del Archivo General de la Provincia y se oponen la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza, y el Instituto Nacional Sanmartiniano.
El lugar de privilegio donde están los restos del Gran Capitán, parece no conformar a algunos sectores por razones ideológicas, aunque lo manifiestan de otra manera, y también encubriendo otros objetivos hegemónicos.
