Pocas cosas unen tanto y desde tiempos inmemoriales a los argentinos, en un consenso generalizado, como el asado. Quién osaría cuestionar que es uno de los platos por excelencia -por no llamarlo "el plato” y con mayúsculas- dentro del recetario nacional. Ese que nos identifica ante el mundo entero como un símbolo y nos llena de orgullo. Plato que se transmite de generación en generación como un legado y se comparte sin importar grados de amistad o parentesco de quienes se sientan a la misma mesa sin mayores excusas que las del encuentro para comerse un asado. Y plato que, por otra parte, ha sobrevivido a modas, crisis económicas y modismos en cuánto a su preparación.
Todo lo dicho hasta ahora vale para seguir "alimentando” las costumbres gastronómicas. Sin embargo dos sanjuaninos se animaron a romper algunos moldes y lo hicieron con tanto éxito que, a esta altura de las circunstancias, hasta se han ganado un lugar de privilegio en los menúes de quienes ya los eligen. De un lado están, los Robledo, padre e hijo, que en menos de un año han sembrado sus sales saborizadas en cuanta parrilla tienen cerca. El otro emprendedor revolucionario de los asadores es Isaías Ibazeta, quien por cuestiones ideológicas, instaló en julio pasado la primer casa de comidas rápidas veganas. Son tan deliciosos sus choripanes y su parrillada sin carne que tiene más adeptos comunes y corrientes que vegetarianos o aquellos que respetan el estilo de vida con que estas comidas fueron concebidas. Lo que sigue son sus historias, pero fundamentalmente el relato de los logros de sus emprendimientos, originales y tentadores, por cierto.
