Una jornada plagada de rumores, en la que se esperaba el anuncio del ingreso del Estado a YPF, terminó anoche con una gran incógnita y mucha confusión por el aparente freno por parte del Gobierno a los planes para hacerse del control de la petrolera. Al parecer, las presiones desde España, que amenazaba con abrir un frente diplomático sin precedentes con Argentina, pusieron en alerta al oficialismo y dejó heridas abiertas en el kirchnerismo.

Después de circular en el Congreso un proyecto de ley del Ejecutivo de expropiación del 50,011% de compañía, que generó revuelo en la oposición, y que al principio el kirchnerismo no se hizo cargo, la presidenta Cristina Fernández salió a calmar las aguas con los gobernadores. Y no hubo cadena nacional ni anuncio.

El proyecto de expropiación de YPF choca con obstáculos demasiado grandes: ni una oferta hostil y menos aún una estatización o expropiación de la compañía resultan vías factibles. Al menos por ahora. De acuerdo con los análisis que se evaluaron en Olivos, ambos caminos conducen a mayores conflictos y mayores costos políticos y económicos.

La amenaza explícita del gobierno español de represalias contra la Argentina si se actúa de manera hostil contra los intereses de Repsol en el país, encendió la luz de alerta. Cualquier movimiento contra la empresa colocaba las relaciones entre Buenos Aires y Madrid al borde de la ruptura.

El borrador que hizo circular en el Congreso el sector más radicalizado del Frente para la Victoria, tuvo el doble efecto de generar más ruido y enturbiar las negociaciones. Esto generó un rápido movimiento del gobierno para despegarse del contenido del borrador. Mientras tanto, los contactos entre la Casa Rosada y Repsol continúan y aunque por ahora no resultan del agrado de los funcionarios, la administración Kirchner no cuenta con mayores alternativas a las presentadas por el grupo español en una reunión que se llevó a cabo por la tarde entre el ministro de Planificación, Julio De Vido y el presidente de Repsol-YPF, Antonio Brufau.

El empresario español detalló un amplio plan de inversiones que fue rechazado por De Vido. Pero dicho plan sería la única opción que tiene a mano el gobierno para evitar mayores importaciones de combustibles. En la reunión, De Vido, si bien formalmente rechazó el plan de Brufau, dejó las puertas abiertas para que Repsol mejore sus inversiones. Y a eso apunta la Casa Rosada. Tanto es así que el propio de Vido fue el encargado de alinear a los mandatarios más díscolos, pedirles una tregua y tratar de encauzar las aguas en el kirchnerismo antes de que el conflicto con Repsol se traslade al terreno diplomático.

Julio de Vido ordenó a los gobernadores de Santa Cruz, Chubut y Neuquén aplacar las decisiones sobre la reversión de las áreas productivas mientras las negociaciones con Repsol no hayan concluido. El ministro trató de explicarles a los mandatarios que éste no era el momento de emprender ningún movimiento que ponga en peligro la producción de petróleo y gas en el país. Fuentes: DyN, Clarín, La Nación