Por los pasillos de la División Catastro, los empleados caminaron de un lado para el otro, revolucionados. Aún cuando las agujas del reloj habían pasado las 14:30 y ya era hora de terminar la jornada de trabajo. Un cartel en la puerta de ingreso al lugar que decía "Cerrado por duelo" revelaba la causa de tantos rostros acongojados en este sector del cuarto piso del Centro Cívico. Es que, pasado el mediodía, Adrián Azocar, un ingeniero que trabajaba en el lugar, murió en su oficina, tras sufrir un paro cardíaco. Sus compañeros dijeron que la ambulancia llegó cuando el hombre, de más de 60 años, ya estaba muerto, y acusaron demora del servicio público de emergencia. A ésto se suma que la única sala de primeros auxilios que hay en el edificio estaba cerrada.

El hombre era uno de los empleados más antiguos de la repartición y uno de los más queridos. Por eso produjo tanto revuelo su fallecimiento en el lugar de trabajo. Según contaron sus compañeros, ni bien se descompuso, llamaron a la sala de primeros auxilios que está en el primer subsuelo del edificio, pero nadie atendió. Paralelo a ésto, también llamaron al servicio de ambulancias que trabaja para el Estado. Según los datos que manejan desde la sección de Control de Operaciones del Centro Cívico, Azocar falleció a las 12:50. Desde Sifeme informaron a DIARIO DE CUYO que la ambulancia llegó al lugar alrededor de las 13:30. "La ambulancia llegó cuando el ingeniero estaba muerto", dijo Francisco Algañaraz, compañero del fallecido.

Fueron los mismos compañeros los que intentaron hacerle reanimación al hombre que estaba tirado en el piso. Pero toda iniciativa fue en vano, porque el corazón de Azocar igual dejó de latir. Durante varias horas, el clima en el cuarto piso fue tenso. Pocos fueron los empleados que estuvieron dispuestos a contar lo sucedido. La noticia se desparramó como reguero de pólvora por los cinco pisos del edificio, aún cuando buena parte de las oficinas ya habían cerrado al público.

Por orden de la Justicia y la Policía, vallaron la oficina donde estaba el cuerpo de Azocar y había policías custodiando el lugar, además del personal de seguridad del Centro Cívico. El cuerpo fue retirado por la siesta, después de que la Justicia corroborara la causa de la muerte y elaborara el acta de defunción.

En medio de este escenario, el dolor de los compañeros se mezcló con la impotencia. Uno de ellos dijo que "no es posible que haya una enfermera para asistir a 6.000 empleados, la mayoría mayor de 45 años". "La semana pasada quisimos medirnos la presión y en la sala de primeros auxilios no había nadie. Desde que nos mudamos estamos pidiendo otra sala en el segundo o tercer piso, porque una no es suficiente para asistir a todos", dijo Francisco Algañaraz, de 63 años.

Por su lado, Daniel Cárcamo, al frente de Control de Operaciones del Centro Cívico, dijo que la sala de primeros auxilios está habilitada y que hay una única enfermera que atiende sólo por la mañana.