River tuvo anoche un rendimiento deslucido, pero insistió en procura del triunfo y en el cuarto de hora final lo logró por 1-0 al valerse de una escena originada con pelota parada. A los 33 minutos de la segunda mitad, el juvenil Federico Andrada, en su segundo partido en el equipo principal, aportó su gol bautismal al aplicar el segundo cabezazo dentro del área a un balón que fue lanzado desde la derecha, puesto en marcha por un córner.
Tuvo una gran incidencia en el desarrollo del primer segmento el planteo del entrenador visitante Miguel Angel Russo, porque concentró sus fuerzas en presionar a River en la salida, impidiéndole la generación de juego. Tanto fue así que la primera etapa se diluyó en fricciones, un sinfín de pelotas divididas. Por eso el espectáculo fue pobrísimo y el público se sobrecogió tan sólo con una llegada por bando en los primeros 45 minutos. A los 33, un pase profundo de Carlos Luna para Antonio Medina le permitió a éste definir en forma cruzada, pero le faltó precisión. Recién a los 43, cuando el visitante empezaba a sentir el desgaste físico, Leonel Vangioni tiró un centro desde la izquierda para Manuel Lanzini, quien desde una posición ideal definió de cabeza, aunque sin puntería.
En el nacimiento del segundo segmento se mantuvo la misma línea de juego. Fue así que River empezó a jugar más cerca del arco contrario y al minuto dispuso de una oportunidad por intermedio de Giovanni Simeone, tras un pase de Fabbro. El delantero recibió por izquierda e intentó resolver con un puntazo al primer palo, pero Mauricio Caranta reaccionó. A su vez, Central tuvo su chance a los 8 de contrataque, cuando Diego Lagos abrió hacia la derecha para Hernán Encina y el Sapito remató cruzado y con potencia, pero Marcelo Barovero salvó la situación. River comenzó a acercarse al arco adversario, el director técnico puso más fichas en ataque y se recurrió a pases largos para abastecer a la ofensiva, que había sido reforzada con los ingresos de Cristian Ledesma (por Gabriel Mercado) y Andrada por Osmar Ferreyra). Y con la perseverancia como casi único atributo, llegó el córner, el doble cabezazo en el área y el desahogo por el tanto de Andrada. River, al menos, ganó.
