Rosario, 29 de mayo.- En uno de los partidos más esperados del año, River Plate y Rosario Central decepcionaron y protagonizaron un juego friccionado y trabado en el que igualaron sin goles en el Gigante de Arroyito, por la 35° fecha de la Primera B Nacional.

Luego del empate de Instituto, el equipo de Matías Almeyda llegaba a este encuentro con la certeza de que un triunfo lo dejaría solo en la cima de la tabla, mientras que el conjunto local tenía la inmejorable chance de quedarse con los tres puntos para escaparse en la punta y encaminarse a conseguir uno de los dos ascensos directos.

Y, como suele suceder en este tipo de encuentros en los que hay tanto en juego, el desarrollo del partido se caracterizó por la pierna fuerte, la lucha y la fricción. Pese a que ambos equipos presentaban jugadores con buen pie en sus alineaciones titulares, los nervios y la impaciencia de la gente llevaron a que el partido sea un concierto de imprecisiones.

En ese contexto chato, quizás el Canalla fue el que estuvo más fino a la hora de la tenencia del balón, aunque tampoco pudo ejercer un dominio marcador sobre su rival. Por el lado de River, Alejandro Domínguez era el único que intentaba jugar y el más desequilibrante, aunque sus intentos nunca lograron prosperar.

El conjunto local tuvo la chance más clara de esa primera mitad, cuando luego de un tiro libre de Ricky Gómez, Franco Peppino ganó en el área con un cabezazo que se fue muy cerca del palo izquierdo del arquero Daniel Vega.

Del lado de River, el venezolano César González se fue lesionado, lo que obligó al ingreso de un Lucas Ocampos al que se lo vio poco conectado con el juego y que casi no gravitó.

Precisamente de los pies del Chori Domínguez llegó la única situación clara para el Millonario en todo el primer tiempo. A los 40 minutos, el ex Quilmes desbordó y envió un centro que encontró a un David Trezeguet que, tras un rebote, terminó rematando mordido de zurda en el centro del área y desperdiciando una buena chance de romper el cero.

Ya en el segundo tiempo (que tuvo un retraso por incidentes entre las hinchadas), el trámite se mantuvo inamovible. Pocas ideas, mucha fricción y dientes apretados volvieron a ser la constante de un encuentro que seguía dejando mucho que desear.

Por momentos se prestaron el protagonismo. Amagó Central con ponerse el traje de dominador, pero se fue diluyendo. Después River tuvo su ráfaga apoyado en la buena labor de un Domínguez que seguía siendo incisivo, pero tampoco logró ni siquiera asustar el arco rival.

Para colmo, en un cambio algo inentendible, Almeyda mandó a la cancha a Rogelio Funes Mori y decidió sacar al goleador Fernando Cavenaghi, pese a que el partido pedía mantenerlo en cancha porque siempre puede llegar a generar peligro.

Así, los minutos se fueron consumiendo en la nada misma. La única chance clara de todo el complemento fue para el visitante, cuando el Chori armó una buena jugada individual de derecha al centro y le cedió el balón a Ocampos, que con un fuerte remate intentó sorprender a un Manuel García que contuvo sin demasiadas complicaciones.

De a poco, ambos comenzaron a ver con buenos ojos el empate y así el partido ya no tuvo otro destino más que el inevitable 0 a 0. Pese a que ambos contaban con potencial para intentar quedarse con un triunfo que hubiese sido más que importante, prefirieron no arriesgar demasiado, cuidar más de lo debido y aferrarse al punto que lo único que hace es dejar todo igual.

Con este resultado, Central se mantiene en lo más alto, seguido por River e Instituto, los tres equipos que seguramente pelearán hasta el final por los ascensos. Sin embargo, hoy dejaron pasar una chance vital por pura mezquindad, palabra que lamentablemente abunda cada vez más en este fútbol argentino.