Bronca, impotencia, indignación. Esa mezcla de sentimientos embargaba ayer al director de la escuela Leandro N. Alem de Chimbas, José Leguiza. Razones no le faltan: desde 1998 está a cargo del establecimiento educativo y en ese tiempo -dijo- su escuela fue blanco de numerosos robos. El último ocurrió el fin de semana, cuando los delincuentes ingresaron por segunda vez en el año y se llevaron unos 104 kilos de leche en polvo (13 cajas con 10 paquetes de 800 gramos), unos 50 kilos de azúcar y un órgano musical. Los alimentos están destinados a la nutrición de unos 360 chicos que asisten en el turno tarde a ese colegio.
El golpe en realidad había sido mucho mayor, pero por alguna razón los ladrones no pudieron llevarse el resto del botín: unos 216 kilos de leche y otros 20 de azúcar que fueron abandonados en el techo del colegio, donde los encontró un portero ayer en la siesta, informó Leguiza.
Para la policía resultaba curioso de que la mercadería apareciera ayer sobre el techo, porque el lunes, cuando se denunció el robo, policías de Criminalística y la comisaría 26ta., a cargo del comisario inspector Hugo Tello, inspeccionaron todo el lugar y no hallaron nada.
Por eso ayer estaba bajo la lupa la actuación de la portera-casera del establecimiento, quien dijo no haber escuchado ni visto nada extraño durante el fin de semana. O el lunes por la noche, cuando se supone que los ladrones "devolvieron" la mercadería.
En la comisaría 26ta. aseguran que la "devolución" del botín fue obra del acoso policial, porque desde la denuncia hasta ayer realizaron unos 12 allanamientos en los que, si bien no hubo detenidos, se logró secuestrar algunos kilos de azúcar y cajas vacías de leche, dijeron en la seccional.
Según explicó ayer Leguiza, los delincuentes habrían entrado durante el fin de semana al establecimiento ubicado en calle Salta al Norte de Benavides, en el barrio Laprida, Chimbas.
Se supone que ingresaron por el fondo, que da al Oeste, y que una vez dentro del predio rompieron una ventana situada en el salón de profesores antes de trasladarse a una sala contigua, usada como depósito de las cajas de leche, a la que entraron luego de romper candados y la cerradura de la puerta.
No conformes, salieron hasta la galería principal y -se sospecha- treparon por las vigas de madera para llegar a una suerte de galería superior (entre el techo principal y otro situado más abajo) que comunica con todas las aulas. Se presume que así llegaron a la biblioteca, donde se metieron luego de realizar un agujero en el panel del techo. Cuando bajaron, rompieron los seguros, candados de 7 armarios, sacaron el órgano y revolvieron todo a su paso, precisó el director.
"No es la primera vez que nos roban este año. La anterior, se llevaron zapatillas que eran para los chicos. Me da mucha bronca porque acá todo se hace con el esfuerzo de todos nosotros. Es más, pienso que es alguien que sabe los movimientos. El año pasado nos robaron 7 veces y ni hablar del turno mañana… estamos cansados, queremos una solución", decía ayer indignado Leguiza.
