Mientras la policía sigue buscando al sujeto que hizo el contacto en Mendoza para vender el oro, supuestamente sustraído de la mina Gualcamayo, la investigación hace suponer que existía un robo bajo la modalidad "hormiga", o sea en pequeñas proporciones, en la que participaban guardias y operarios. Es que aparentemente se apropiaban de los restos del metal dentro de la planta y burlaban los controles de seguridad, incluso llegaron a utilizar paquetes de cigarrillos para sacar el oro a escondidas, reveló una fuente policial.
Los investigadores de Robos y Hurtos -a cargo del comisario Carlos Vallejo- de la Brigada de Investigaciones ayer seguían buscando a ese sujeto que hizo de nexo y llevó a Cataldo, Aróstica y Farías -tres de los detenidos- hasta Mendoza a vender uno o varios trozos de oro. Ellos tres cayeron presos el jueves a la madrugada en Albardón cuando volvían en remis con 64.209 pesos. Ahora, falta hallar a ese hombre que los acompañó y que actuó como intermediario en el negocio.
Los más comprometidos son Cataldo, quien era custodio dentro de un sector de la mina Gualcamayo, y el operario de apellido Castro, detenido el viernes en Jáchal. Este obrero trabajaba en el sector del laboratorio de la mina, manejando los hornos, y de donde se sospecha que sacaban el oro. Cataldo, supuestamente vigilaba ese lugar, a veces durante el turno de Castro, dijo la policía.
Para los investigadores, eso demostraría la complicidad entre algunos guardias y los operarios de un sector del laboratorio y los hornos. La hipótesis es que sacaban el oro en pequeñas partes de entre los restos que quedaban en el crisol, un recipiente donde separan el oro de otros metales mediante altas temperaturas.
Por lo que explicaron, como siempre, quedan algunos restos de oro en esos recipientes, lo que hacían aparentemente era prender el horno fuera del horario de trabajo. Hay versiones policiales que indican que llegaron a prender el horno por apenas unos minutos, en la madrugada. Se cree que así sacaban las "sobras" de esos recipientes, que no eran otras cosas que pequeños trozos de oro. En teoría, esto sólo lo podría hacer alguien que sabe cómo manejar las máquinas y manipular el metal.
Otro punto es que, según la policía, hay cámaras de seguridad y custodios que vigilan ese sector. Por eso hablan de una posible complicidad de uno o más guardias, pues no se explican cómo sacaban el oro si revisan a todas las personas y existen estrictos controles hasta con scaners. Uno de los sospechosos habría revelado, al momento de su detención, que como eran pequeños trozos los hacían pasar dentro de paquetes de cigarrillos. Especulan que esa maniobra la hicieron varias veces con amparo de algún guardia.
