En gira por las provincias, El Soldado retoma los escenarios cuyanos con recitales en San Juan y Mendoza. Este viernes se presentará en Hugo junto a los sanjuaninos de Roxana Porcellana para recordar viejas andanzas y tocar lo mejor de su rock. Previo al aterrizaje, habló con DIARIO DE CUYO sobre su pasado y su presente artístico.
Cuando tenía 16 años, abandonó la Escuela Industrial para trabajar en una empresa de sonido. En una oportunidad, le tocó asistir a Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota. Tiraba cables, transportaba equipos u otras tareas que realizaba en cada show del Indio Solari y su troupe. Hasta que un día se atrevió a jugar con la guitarra. Desde entonces, Rodolfo González emprendió una carrera ascendente como solista, que jamás imaginó.
– ¿Cuánto hay del legado de Los Redondos en las bandas argentinas?
– Las bandas les deben muchísimo a Los Redondos. Uno de los legados más importantes que nos dejó a todos fue el de la masividad. Ellos llevaron el rock a un nivel más allá de lo conocido. Los Redondos hicieron la diferencia. Llegaron a lugares donde el rock todavía no prendía.
– ¿Cómo creció la amistad ricotera?
– Tengo grandes recuerdos. Estoy en eterna gratitud. Ellos me apoyaron y grabaron conmigo mi primer disco. Quizás, podría haber corrido otra suerte, pero bueno, me tocó la fortuna y aquí estoy parado. En todo este tiempo, trabajé duro para poder ser yo y seguir construyendo mi carrera. La ayuda que me dio el Indio fue como una catapulta, pero lo demás, vino por mi cuenta.
– ¿El origen de El Soldado quedará convertido en mito?
– No creo que sea así, lo tomé por que fue aceptado por la gente. Al principio, no lo veía como un buen nombre. Pero, al final lo adopté. La idea fue del Indio Solari después que regresé de la Colimba con toda la cabeza rapada. Entonces el apodo me quedó como nombre artístico.
– ¿Cómo le encontraste la vuelta a tu estilo?
– Simplemente hago rock. Básicamente hago eso. Si tuviera que etiquetarme es un rock tradicional, más que nada, con una base que nunca pretendería correr con la tendencia o la moda. Es más, la moda es algo muy ajeno a mí. De todos modos, hago lo que puedo. Saco mis propios sonidos, toco y canto dentro de mis limitaciones. Creo en lo que hago, y hago buenas canciones. No busco sonidos especiales. Sólo canto historias pequeñas, historias de héroes, de amores…
– Estás en constante búsqueda…
– Soy vago a veces, pero cuando me inspiro, la fe en mi laburo se hace más fuerte. Trato de hacer lo que a mí me parece, jamás estoy en función de lo que le guste o le pueda gustar al público. Le escapo a toda la cuestión del marketing. No estoy pendiente en quedar bien con Dios y con el diablo. En estos momentos, lo que más me cuesta conseguir es la letra. Es algo que me tiene mal, puedo estar mucho tiempo sin sacar algo, creo melodías, sonidos, ritmos nuevos, pero sin letra. Sin duda, esto es un karma que lo tienen todos los músicos en general. Ser prolífico cuesta mucho y no me sale.
– ¿Qué te pareció el resurgir de Roxana Porcellana?
– Son unos amigos fantásticos, compartimos horas divertidas. Ahora están de vuelta y me parece bárbaro. Tocaremos juntos otra vez y me dará una gran alegría. Pero no soy de dar consejos a los jóvenes, cada uno debe correr su propia experiencia. Cada uno hace su propio camino, aunque le pueda aconsejar y todo, la experiencia no se puede transmitir.
– ¿A los grupos argentinos les cuesta más sostenerse?
– Según cómo se muevan. Grabar un disco dejó de ser el negocio principal, ahora, el foco está en los espectáculos en vivo y de que te vayan a ver. Eso requiere tiempo para ir desarrollando mejor la propuesta o que alguien se enamore de la voz. El circuito que hay, actualmente está congestionado, hay pocos lugares para tocar. Cuesta más proyectarse, las alternativas se achican en función de lo económico y en función del tiempo.
– Si una gran compañía te ofrece una propuesta tentadora, ¿agarrás viaje?
– Hay que ver qué pasa si me toca vivir ese momento. Jamás pasé por esa experiencia, no sé que decisión podría tomar. Quizás aceptaría, quizás no. No me parece caer en la intransigencia, no enarbolo la bandera de la música independiente. Por otro lado, no sé si me convenga. Las mismas compañías buscan invertir en books, en tickets, en ventas de shows y hacen plata con otra cosa.
