No se puede comparar el presente de Boca como el guión de una telenovela por apenas un detalle, pero que es crucial. Los espectadores de una novela comprenden, rápida y fácilmente, quienes son los "buenos" y cuales los "malos’ entre los personajes. En Boca…
El personaje central en este momento de la historia xeneize no estuvo ayer en la cancha de Colón, en otra actuación de un equipo que no sabe qué hacer con su vida, pero hoy por hoy todos en el mundo Boca entienden que la solución para tantos problemas está en Juan Román Riquelme. Claro que las aguas se dividen cuando se trata de la forma de aplicar la solución. Están los que piensan que Riquelme, bien rodeado, puede volver a llevar al equipo a los cielos de los triunfos; y aquellos que opinan que el infierno de hoy se termina aplicando el refrán "muerto el perro, se acabó la rabia", por un plantel dividido. En uno y otro bando hay de todo: desde dirigentes y jugadores hasta hinchas y periodistas. Si fuera telenovela, la verdad, el rating sería fabuloso.
Los inicios de esta historia se parieron, curiosamente, por otro momento, uno de gloria: la Copa Libertadores 2007. Riquelme, colgado en Villarreal por otra telenovela, llegó a préstamo a Boca por el semestre y fue el conductor de una campaña directa al título que despertó admiraciones y envidias. También durante esa campaña, Guillermo Barros Schelotto, sin lugar en el equipo, rescindió su contrato con Boca y fichó para el Columbus Crew de Estados Unidos.
Una vez campeón, Riquelme volvió a su percha en España y Mauricio Macri le empezaba a dejar a Pedro Pompilio el sillón de presidente, porque él se metía de lleno en la campaña para ser jefe de Gobierno de Buenos Aires. Al año siguiente, Pompilio tomó una decisión que a Macri no le gustó: acordó con Riquelme un nuevo regreso a Boca, con contrato hasta junio de este año, supuestamente justo antes que se fuera al Mundial con la selección de Basile. Pero esa es otra novela (ver aparte).
El equipo llegó hasta las semifinales de la Copa de 2008, donde lo eliminó Fluminense y comenzó a ventilarse que el vestuario estaba dividido: los que estaban con Riquelme y los que estaban con Palermo, el otro histórico ganador. El paraguayo Cáceres reconoció en una radio de su país sus diferencias con Román, quien le contestó por otro medio y el tema se caldeó al punto de ebullición. Pero la repentina muerte de Pompilio derivó en que el plantel se uniera en el objetivo deportivo, y luego de una gran remontada en la segunda mitad del Apertura "08, Boca terminó festejando el título de campeón por un gol de diferencia en el triangular del desempate final, ante San Lorenzo y Tigre. Jorge Amor Ameal ya era su presidente y la alegría del título obligaba a callar a los opositores de Riquelme.
Con el 2009, la producción de Boca comenzó su declive ininterrumpida hasta hoy y paralelamente fue creciendo la crítica al aura de "intocable" a Riquelme. Un mal año significó que no hubiera clasificación a la Libertadores y la atención volvió a las internas del plantel. Y comenzaron la "víctimas", que incluso alcanzó a verdaderos peso pesados como Alfio Basile y Carlos Bianchi. Los dirigentes que se mantienen en la línea macrista pensaron a principio de año que para sacar a Juan Román, el ídolo máximo en la gente que va a La Bombonera (con recordar el cruce con Maradona sobra para confirmarlo), lo mejor era traer a otro de la misma talla: y así fue que volvió a entrar en escena Guillermo Barros Schelotto. El Melli dijo que hasta junio no podía hacer nada por su contrato como jugador y por eso se "consensuó" darle la oportunidad a Abel Alves por apenas 6 meses. Y ya es otro proyecto que fracasó.
Todos piensan ya en el segundo semestre, donde Boca buscará al menos poder clasificar a la próxima Libertadores. ¿Con quién? es la pregunta de este oscuro presente.
Así está la pulseada ahora. Riquelme ya desarticuló la razón de su contrato como impedimento para renovarlo, porque dijo que en este club está dispuesto a negociar concediendo rebajar su sueldo. El lunes en La Bombonera habrá otra demostración del amor incondicional de hinchas que se movilizan para respaldarlo. Del otro lado, las versiones periodísticas de Buenos Aires afirman que solamente Barros Schelotto asume en junio con estas condiciones: que se vaya Riquelme, pero que la decisión caiga en los dirigentes; que siga su amigo Martín Palermo y que no le exijan resultados inmediatos. Lo único seguro en esta historia es que todos no compartirán La Bombonera después del Mundial. Para que la casa de Boca esté en orden, los primeros que deben ordenarse son los dirigentes. Si Ameal se inclina por los "macristas", habrá que ponerle el cascabel al gato, o sea, cerrarle la puerta a Riquelme. Decisión interpretada como valiente para algunos; de desagradecidos para otros. Si es al revés, Riquelme seguirá haciendo el "Topo Gigio" en La Bombonera, como la primera vez, justo enfrente de Macri.
